martes, septiembre 25, 2007

Jose Oneto, Suarez, un cumpleaños nada feliz

miercoles 26 de septiembre de 2007
Suárez: un cumpleaños nada feliz José Oneto

Hace varias semanas este cronista recibía una llamada telefónica de Adolfo Suárez Illana, para comunicarle que su padre, Adolfo Suárez González, el primer presidente de la democracia española, había ingresado en un hospital para someterse al preceptivo y obligado chequeo médico que viene sufriendo desde hace años con el objetivo de comprobar su estado de salud con análisis de todo tipo (análisis de sangre, orina, radiografías, y estudios cerebrales) para examinar y valorar su nivel de conciencia y todas sus constantes vitales.
Ante los continuos rumores de un empeoramiento de su estado de salud, incluso de rumores que periódicamente han anunciado su fallecimiento, la realidad es que el ex presidente del Gobierno está fuerte, juega, de cuando en cuando, al ping pong, reacciona a las muestras de cariño de sus familiares (aunque a muchos ni siquiera les reconozca), se puede extasiar ante el teletexto de las distintas cadenas de televisión (aunque no entiende nada), recordando quizás la voracidad informativa con la que tuvo que vivir durante muchos años.
Ante esta situación su hijo, tan criticado últimamente, se ha comprometido a dar una información precisa y detallada de la evolución de su estado de salud, que, desgraciadamente, no es bueno aunque conserva esa presencia deportiva y fresca (eso sí, con el pelo totalmente canoso) que le ha caracterizado y que forma parte de su personalidad.
Ayer el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez González cumplía 75 años en su residencia-refugio de la urbanización de La Florida, en las afueras de Madrid, rodeado del cariño de sus hijos, soplando la tarta de más de setenta velas que le tenían preparada, y ajeno, sobre todo, a la hermosa y cariñosa carta que le ha escrito su hijo mayor Adolfo Suárez Illana, el único que tiene en su poder los secretos, las conversaciones, los archivos y la verdadera historia de su padre, que algunos que se autoconsideran amigos quieren manipular.
Ayer, el ex presidente del Gobierno cumplió 75 años y no pudo leer ni esa carta cariñosa de su hijo mayor, ni los comentarios, unánimemente elogiosos, de la totalidad de la prensa española, esa misma prensa que tanto le criticó, que tanto le hizo sufrir y que tanto influyó en su decisión de dimitir días antes del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
“No puedo soportar —solía decir— que mis hijos crean que soy realmente como me presentan los periódicos: un político ambicioso, aferrado al poder por encima de todo y pasar por todo, con tal de conservarlo.”
El cumpleaños de Adolfo Suárez coincide con el escándalo de un libro publicado por el hijo de su mejor amigo, el hijo de Fernando Herrero Tejedor, Luis Herrero, periodista de la COPE y, todavía, europarlamentario del Partido Popular, que supone una verdadera traición a su memoria, a la memoria de su padre y a una amistad que ha sido traicionada...
Afortunadamente, entre las brumas de su cerebro, el ex presidente no puede decir nada ni puede defender el legado que dejó su nombre, está siendo utilizado, en nombre además de una complicada amistad, en esa campaña que existe contra el Rey y contra la monarquía. Desde la cadena católica de los obispos españoles se ha pedido, nada más y nada menos, que la abdicación del Rey Juan Carlos en su hijo el Príncipe Felipe, argumentando que ya lo insinuó en su momento el hombre que acaba de cumplir 75 años. ¿Qué pensará de todo esto el cardenal Cañizares?

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