miercoles 26 de septiembre de 2007
BBVA y Santander, como en los viejos tiempos Fernando González Urbaneja
Que la dirección del BBVA instruya a sus directores, a sus sucursales, con un manual a la contra de la colocación de bonos convertibles del Santander no debe sorprender, forma parte de la morfología financiera y de su tensión hacia la competencia. Algo así como los partidos de fútbol entre eternos adversarios. La tensión entre ambos bancos es insuperable, se miran, se copian, toman ventaja, se burlan, lo más parecido al duelo entre Alonso y Hamilton o a los de otros grandes competidores. Cada duro que va al Santander es un duro que no va al BBVA, algunos incluso saldrán de éste, y al competidor ni agua.
El reto de la colocación de siete mil millones de euros en bonos convertibles del Santander es importante y las instrucciones que tiene la organización que encabeza Botín, a la que traslada máxima tensión, es que esos siete mil millones no deben proceder del propio banco, de los depósitos que los clientes ya le han confiado. Quieren pescar fuera, en los balances de otras entidades. Por eso la oferta es atractiva, incorpora prima de riesgo (la propia de un título convertible en acciones sometidas a las turbulencia del pecio continuo) y premio por la captación de recursos en manos de competidores.
El argumentario del BBVA es claramente a la contra, contradictorio, defensivo y propio de adversario. Pero es legítimo aunque algún abogado intente buscarle las vueltas por si incurre en error o mala práctica perseguible. Lo interesante radica en el nivel de competencia del sector que, tras muchas décadas de oligopolio casi perfecto, ha pasado a una competencia abierta y sin recato.
La cultura financiera de buena parte de los inversores es suficiente para distinguir las ofertas, cuentan con experiencia y memoria, aunque dicen que el olvido de las crisis financieras se produce al cabo de una década. El Santander tiene experiencia en materia de convertibles, muchos de sus clientes guardan buen recuerdo de ese instrumento de inversión y ahorro que combina rentabilidades aseguradas y espacios de riegos típicos de la renta variable.
Lo interesante de la operación es el destino del dinero, no financia pasado, se busca para comprar futuro con la expectativa de rendimientos compensatorios. Que le pique al BBVA es lógico, seguramente si la operación fuera a la inversa, si el buscador de fondos para invertir en crecer fuera el BBVA, su adversario le sometería a crítica y acoso.
El peor escenario para el consumidor, para los clientes, sería el concierto entre los competidores, el acuerdo de repartir y no molestarse. Los argumentos del BBVA son válidos, incluso sirve apara poner en solfa sus propios instrumentos de captación de fondos. Otra cuestión es que los inversores no hayan reparado en ellos y en otras posibilidades más sugestivas.
Toca ahora esperar la respuesta del Santander a su adversario, porque estas cosas no se quedan así, suelen ir a más.
fgu@apmadrid.es
martes, septiembre 25, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario