viernes 7 de septiembre de 2007
El Madrid del despilfarro
Javier del Valle
E L impulso comercial y la falta de distanciamiento impulsa a la prensa deportiva a realizar juicios apresurados, que cambian de color de una semana para otra. El Madrid era un desastre y una pantomima de equipo al ser vapuleado por el Sevilla en el Santiago Bernabéu, en la Supercopa, y, sólo dos semanas después, tras vencer el en derbi inaugural de la Liga al Atlético de Madrid (2-1) y golear al Villarreal, pasó a ser un superequipo conjuntado y espectacular que se va a comer el mundo. Ni tanto ni tan calvo, diría yo. Es pronto para hacer juicios concluyentes sobre el proyecto del vigente campeón de Liga. Lo que sí que parece evidente es que el mismo se ha elaborado desde una improvisación absoluta y desde un despilfarro exagerado, huyendo de las normas básicas de gestión de una entidad, que no se olvide, es propiedad de miles de socios. El que parece olvidar todo esto es el presidente blanco, Ramón Calderón, dispuesto a pagar lo que sea para tapar los huecos de una plantilla que hacía aguas en pretemporada (¿qué aguas se puede hacer en partidos de entrenamiento?). 36 millones de euros pagados por Robben, fichaje prometido e incumplido en la campaña postelectoral. 6000 millonazos de las antiguas pesetas que producen desmayo por un jugador con gran proyección, pero que parecen desorbitados y exagerados, sobre todo si tenemos en cuenta que el futbolista no entraba en los planes del Chelsea. Es como comprar un pantalón en época de rebajas al doble de su valor. Si a este fichaje añadimos los de Pepe. 30 millones de euros pagados por un central, récord en uno de los puestos menos valorados en el mercado futbolístico y más hinchado por un club que sufre una obsesión con el puesto. Por más millones que se paguen, los centrales desfilan por el Bernabéu de fracaso en fracaso (Woodgate y Cannavaro fueron los últimos despilfarros de los dirigentes blancos). Tampoco ha sido un saldo el veterano defensa argentino Gabriel Heinze, valorado en 12 millones de euros. Sneijder, joven centrocampista holandés, ha costado 27 millones de euros, otra barbaridad para una simple promesa que llega para tapar huecos en el hasta ahora endeble centro del campo madridista. Los tres goles en dos partidos maquillan la operación. De momento, es la gran estrella del equipo para los críticos que le han subido al firmamento. Si llegan las vacas flacas, los mismos aduladores no sentirán piedad y discutirán su valía. La mayor caricatura la representa el señor Calderón, presumiendo de sus fichajes mucho tiempo antes de realizarlos y dando tiempo a los vendedores a subir los precios a su altura. El fichaje de un futbolista de talla no se anuncia, se ficha directamente. Calderón no da pie ni a las filtraciones que alimentan la prensa, ya se encarga él personalmente de ejercer de fanfarrón destapando sus propias exclusivas. Ha emulado a lo cutre a su predecesor, don Florentino Pérez, quien al menos realizaba los despilfarros con clase al fichar a cracks sobre el campo de fútbol y en la venta de camisetas (Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham). Otro gallo le cantara a Don Ramón si tuviese que rendir cuentas de su propio dinero o de una junta de accionistas que piden inversiones rentables no sólo deportivamente sino económicamente, como le ocurre a José María del Nido, máximo mandatario sevillista, que siempre que puede saca una jugosa cifra vendiendo a sus grandes estrellas, o Enrique Cerezo, que hasta que no ha visto la inminente llegada de euros frescos producto de la venta del estadio Vicente Calderón no se ha decidido a tirar la casa por la ventana.
viernes, septiembre 07, 2007
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