lunes 3 de septiembre de 2007
The end
POR JAVIER CORTIJO
El otro día salió en los papeles un sabio agorero anunciando el fin de la televisión, que debe de ser como el fin de la historia y el mundo de Fukuyama o los actores virtuales que, según algunos bobos (los mismos que decían que Silke sería la actriz del siglo XXI), iban a sustituir a los reales. Listillos hay en todos los barrios. Aunque una cosa es que el medio esté muerto y otra distinta que haya llegado su fin, como muy bien sabrán los fans del cine de zombis. Estos días se ha refinado la necrofilia catódica, descubriéndonos su piedra filosofal: cotiza más una riada de cadáveres carismáticos y variopintos en fila india (incluyendo princesas con el mito embalsamado como Lady Di) que una lejana matanza en bloque (ya se sabe lo que piensa el cafre directorzuelo Uwe Boll: el 11-S tampoco fue para tanto). Ni el modelo más vanguardista y de plasma extraliso se libra de padecer la concavidad valleinclaniana que se remueve por todas las tripas y circuitos. Pero el imán es irresistible. Hablando de escritores, todos pasan por la arena del circo televisivo, aunque el público (no lector, o sí) se quede con la imagen esperpéntica de, por ejemplo, un Arrabal borracho, un Umbral insolente, un Vilallonga con “guacheras” y un Cela adicto a la absorción acuática por el ojete. El muerto ilustre al hoyo y el mando a distancia, al bollo. Y yo que había venido a esta columna a hablar del Eurobásket y de mi libro...
lunes, septiembre 03, 2007
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