Jaime Peñafiel, El rey mas hortera

martes 4 de septiembre de 2007
El rey más hortera Jaime Peñafiel

Cierto es que a los reyes, incluso reinantes, no se les distingue, al menos exteriormente, pero sobre todo en el vestir, del resto de los mortales.
El aspecto físico es tan normal, a veces tan vulgar, que, cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía visitaron por vez primera Perú, Bolivia y Guatemala muchos de los nativos, que les contemplaban descender del avión, exclamaron decepcionados:
—¡Si no llevan corona…!
Ni corona, ni manto, ni cetro, ni globo terráqueo.
En el mundo sólo existe una reina que suele aparecer, cierto es que en excepcionales circunstancias —la apertura del Parlamento—, con todos los atributos de la realeza. Aunque la corona sí la lleva con más frecuencia.
Pero una cosa es que los soberanos que en el mundo son se vistan como usted o como yo, más o menos, y, otra cosa que lo hagan como el Rey Abdalá de Jordania, el monarca más hortera del mundo mundial.
El aspecto, físico, del sucesor del Rey Husein puede considerarse como el de un hortera de diseño.
Al verlo, uno llega a la conclusión de que es como si hubiera ido eligiendo las camisetas, los pantalones, las deportivas y hasta el sombrero en los establecimientos más cutres de Ammán.
De tal guisa se ha paseado por la Costa Azul.
Viéndole en compañía de su bellísima esposa, Rania, esa fashion-victim que ha hecho de la moda la razón de su vida, uno no entiende cómo le permite vestirse así y cómo se permite acompañarle. ¡Con lo cursi que es ella!
Observando a tan desigual pareja uno no puede entender por qué ella se casó con él.
A lo peor es una forma que tiene el Rey de protegerse y pasar inadvertido. Nadie nunca pensaría que ese hombre tan vulgar que se pasea por Montecarlo, Portofino o Cannes es el Rey de Jordania, el más hortera de todos los reyes que en el mundo son.
Charles Dickens decía que cualquiera puede estar lleno de animación y de buen humor cuando va bien vestido. No es ningún mérito. Posiblemente el mérito está en ir como va el Rey Abdalá y encima contento.