jueves, septiembre 06, 2007

Ignacio Camacho, Chaves, agente inmobiliario

jueves 6 de septiembre de 2007
Chaves, agente inmobiliario

POR IGNACIO CAMACHO
ESPAÑA se ha enterado de que en Andalucía también hay elecciones en marzo porque Chaves ha prometido buscarle casa a todo el que gane menos de 3.000 euros, techo salarial bajo el que se cobija aproximadamente el 95 por 100 del electorado. La promesa en sí tiene poco recorrido, habida cuenta de la larga experiencia incumplidora de su autor; que yo recuerde, todavía tiene pendientes -¡desde hace doce años!- la del sueldo a las amas de casa, la de los libros de texto gratis, la de los ascensores en edificios de tres plantas y la de las habitaciones hospitalarias de una sola cama, por citar sólo algunas de las más famosas perlas del ficticio menú electoral de esta Jauja de propaganda que el socialismo vende como avanzado microestado del bienestar mientras la mantiene tercamente en la cola de las estadísticas de renta, productividad, convergencia y empleo. Pero nada de ello es óbice para que lleve un cuarto de siglo largo gobernándola con la comodidad de una rutina doméstica, la misma con la que el PP se ha acostumbrado a perder sin dar con la tecla para desmantelar el tinglado.
La clave de la eterna hegemonía andaluza del PSOE no se halla en estos brindis de mentirijillas al sol electorero, tan fáciles de vender como de olvidar, sino en la hábil creación de una sociedad extremadamente dependiente del poder público. Con un presupuesto de casi cuatro billones de antiguas pesetas, la Junta es en Andalucía el primer empleador, el primer empresario, el primer contratista y el primer anunciante, aspecto este último nada baladí a la hora de poner en marcha un gigantesco aparato de comunicación de aplastante eficacia publicitaria. De la Junta, su dinero y sus subvenciones dependen los empresarios, los sindicatos, las universidades, el tejido civil, la industria, la cultura y hasta las cofradías penitenciales. Chaves ha convertido las transferencias de renta garantizadas por la cohesión constitucional en energía para una máquina clientelar que funciona con precisión avasalladora. Su objetivo no es la política, que sirve para cambiar el estado de las cosas, sino el poder, que consiste en perpetuarlo.
Lo más triste es que este proceso habría sido imposible sin la complicidad de una sociedad civil sesteante, acomodaticia y pancista, que ha neutralizado y estigmatizado a los espíritus independientes, desarticulando cualquier crítica que pueda cuestionar el confortable statu quo. Chaves, que ha mandado ampliar su palacio como un virrey, puede legar la presidencia a sus nietos porque ha entendido la clave sociológica de sus conciudadanos, invirtiendo la célebre proclama kennedyana: no preguntes que puedes hacer tú por tu país, sino qué puede hacer tu Gobierno por ti. Lo cantó Carlos Cano, va para veinte años: «ay, por tu mare, colócanos a tós». Y no sólo los han colocado -salvo a los de Delphi, que tampoco pían porque les han subvencionado sus lunes al sol-, sino que ahora hasta les van a buscar piso.

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