jueves 6 de septiembre de 2007
Populismo electoral Germán Yanke
Como a Rajoy le gusta el ciclismo, y parece ser que entiende de sus misterios, quizá, además de disfrutar de la Vuelta a España, le sirva para diseñar la estrategia de esta larga carrera electoral que se avecina. A Rodríguez Zapatero le gusta el baloncesto y, además de disfrutar del campeonato europeo, le ha dado por meter promesas en la cesta. Juega con ventaja el presidente en la carrera de las promesas: el anuncio de una subida de las pensiones, como hizo el pasado domingo, parece algo más inminente si viene del Gobierno que de la esforzada oposición. El ciclismo, ya se sabe, es más sufrido.
El anuncio de la subida de las pensiones preludia, seguramente, otras promesas similares en los próximos meses. A pesar de las debilidades del PP, que son evidentes, no son buenos los tiempos para el presidente, y no sólo por los malos síntomas que aparecen en una economía que, oficialmente, era presentada hace una semanas como la más boyante del planeta y, desde luego, de nuestra historia reciente. El giro en política antiterrorista es contemplado con más recelos que aplauso. La que se ha dado en llamar, con un eufemismo estrafalario, “política territorial” se va convirtiendo en una losa a pesar de la retórica españolista con la que se va a aderezar la larga campaña electoral. El peso del caos a pesar de las palabras (y ahí están las escuelas gallegas imitando a las ikastolas vasca). El peso del tira y afloja de las comunidades, cada una por su lado (prometiendo pisos o subvenciones, añadidos a las pensiones o campamentos). El peso de lo que pueda ocurrir con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto de Cataluña en la resaca de la guerra de las infraestructuras. La amenaza de que, más allá del abandono de una seria concepción de la nación democrática, el desorden podía conllevar problemas para la aplicación de políticas adecuadas ha pasado de ser un cierto peligro a un peligro cierto. Ahí está, para escarnio de quienes no han querido verlo, el problema similar de parálisis en Alemania, aunque allí se ha tomado (tanto por el Gobierno de Merkel como por su antecesor) con más seriedad y con menos alegría juvenil de la que hace gala eso de la España plural y demás.
No es fácil combatir el populismo (pensiones, casas, etc.), pero va a ser una de las tareas de la oposición. Las saneadas cuentas públicas de España pueden verse gravemente dañadas, en una circunstancia al menos de “incertidumbre” (como ha dicho el vicepresidente Solbes) con este afán de presentar, si no un balance satisfactorio —que ya es imposible—, sí un espejismo para los próximos comicios generales del 2008. Es de esperar que el PP demuestre ahora su seriedad y no responda, como con el anuncio de los 3.000 euros por nuevo nacimiento, con aquello de que “nosotros prometimos 3.500”.
jueves, septiembre 06, 2007
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