jueves 6 de septiembre de 2007
Se acabó, ya es oficial
POR FERNANDO FERNÁNDEZ
Los que pensamos que los analistas económicos no estamos para glosar el régimen sino para suscitar debate y prevenir riesgos, estamos de enhorabuena. Con su habitual tono docto y monocorde, el vicepresidente Solbes ha declarado oficialmente terminado el ciclo alcista de la economía española. Ha durado mucho. Nos ha permitido mejorar la calidad de vida y al Gobierno extender las prestaciones sociales más allá de lo razonable a la vez que criticaba el crecimiento económico como ideología reaccionaria. La última sinrazón nos viene de Andalucía, viviendas garantizadas a coste tasado.
Los síntomas de punto de inflexión eran evidentes antes de la crisis de las hipotecas basura: recaudación del IVA, consumo privado, ventas de automóviles, precios de la vivienda, contención del crédito, aplazamiento de pagos, comportamiento del empleo y de la afiliación a la Seguridad Social. Aunque su simple enumeración se había convertido en un alegato político, tal era la complacencia oficial.
Los economistas temíamos un evento, un hecho no especialmente significativo que cambiara radicalmente las percepciones de los agentes y provocase un ajuste rápido e intenso. Y a juzgar por la caída de la confianza de los consumidores en agosto, me temo que ese evento se ha producido con las tensiones financieras y de crédito. Lo grave no es que el ciclo cambie, tenía que pasar, sino que nos pilla con el pie cambiado, el discurso populista a toda máquina, las disputas territoriales disparadas y los deberes sin hacer.
Somos la economía desarrollada más endeudada del planeta, más incluso que Estados Unidos, a tipos más cortos y por tanto más sensibles al ciclo, y más especializada en la producción de un solo bien, la construcción, tremendamente vulnerable al deterioro de la condiciones de crédito.
Veremos si somos capaces de hacer política de estabilización en el nuevo marco de competencias compartidas y si la concertación social sobrevive al deterioro de las condiciones del mercado de trabajo. Pero primero, el vicepresidente económico tiene que convencer a sus colegas de gabinete de que esta vez va en serio y de que los fríos de agosto no explican los malos datos. Y luego imponerse a los que sólo piensan en ganar las elecciones a cualquier precio.
jueves, septiembre 06, 2007
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