Armonización rota
05.09.2007 -
Tras meses de discusión infructuosa, el Consejo de Gobierno de la Diputación de Guipúzcoa ha tomado la decisión de proponer a las Juntas Generales la adopción de un Impuesto de Sociedades diferente del que se encuentra en vigor en los otros dos territorios vascos. La medida es económicamente poco relevante, pero es administrativamente contraproducente y políticamente inexplicable. La teoría de los sistemas fiscales admite todo tipo de discusiones ideológicas y su aplicación práctica permite un enorme número de posibilidades. Lo que nadie ha explicado son las razones, teóricas o prácticas, que justifican la violación de la Ley de Armonización fiscal y de la propia LTH; la ruptura de la tradición seguida desde que se reanudó el Concierto Económico y el enfrentamiento con la lógica de un territorio pequeño con una economía compacta. La deriva resulta aún más incomprensible cuando sus mentores se afanan de inmediato en anunciar medidas compensatorias para las empresas, lo que provoca un nuevo ataque a la armonización tantas veces defendida. Si las razones de tan sorprendente comportamiento no son de índole fiscal, habrá que buscarlas en la esfera política. La diferente normativa no persigue la eficiencia, la dinamización de la economía, el fomento de las inversiones o el aumento de la presión fiscal. Busca, simplemente, la diferencia. La norma es diferente, porque desea ser diferente y el logro de la diferencia agota su intencionalidad. Pero la iniciativa tiene unas consecuencias que sus impulsores deberían haber considerado. De momento han provocado, de forma gratuita e irresponsable, una situación insatisfactoria para las empresas que ha sido denunciada por la patronal Adegi, la Cámara de Comercio de Guipúzcoa y el Círculo de Empresarios. Han originado también un conflicto institucional con el Gobierno y el Parlamento vascos, que están obligados a cumplir y hacer cumplir las leyes de armonización por ellos aprobados. Y han abierto la puerta a futuras diferencias que otros territorios puedan desear y se sientan legitimados para imponer, por mucho que ahora se apele a una nueva concurrencia. El hecho de que las tres diputaciones estén regidas por el mismo partido agrava la responsabilidad del PNV en la incomprensible descoordinación que ha llevado a la ruptura de la hasta ahora inviolable unidad fiscal vasca.
martes, septiembre 04, 2007
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