viernes, abril 24, 2009

Victoria Llopis, El credo de Gabilondo

viernes 24 de abril de 2009
EpC
El credo de Gabilondo
Victoria Llopis
Los alumnos ahora ya son sobre todo ciudadanos; están en la escuela para asimilar ciudadanía, no para aprender cosas inútiles. Ya lo sabíamos, pero siempre es interesante oírlo de su propia boca.

Poco ha tardado el nuevo ministro en enseñar la patita de la imposición y la intolerancia. Los tics de un pasado no muy lejano han asomado ya, y el ex fraile ha transmutado el catecismo obligatorio en la Santísima Trinidad por el adoctrinamiento obligatorio de los escolares españoles en la nueva trinidad progre: "laicismo"-"relativismo moral"-"ideología de género". Y lo hace con el fervor y, sobre todo, el empeño del converso.

En una extensa entrevista que publicaba ayer El País afirma en relación al conflicto de EpC lo siguiente:

P. El conflicto sobre Educación para la Ciudadanía sigue abierto pese a la sentencia del Supremo que rechazó la objeción. ¿Qué se va a hacer con los hijos de las familias empeñadas en no cursar la asignatura?

R. Las materias no se cursan según le gusten a uno mucho o poco, le parezcan oportunas o inoportunas o más pertinentes que impertinentes. Es una asignatura como las otras obligatorias y con ella se hará como con todas cuando se cursan o no y se aprueban o no. En cualquier caso, ojalá podamos encontrar algún tipo de camino hablando, porque la sentencia deja claro que lo que no se puede es objetar de conciencia a ella.

P. ¿Va a dialogar sobre eso con la Iglesia?

R. Los interlocutores naturales del Ministerio para esto son las confederaciones de aquellos que trabajan en la educación y las comunidades autónomas, por supuesto. Tenemos que aprender a vivir en un país donde las decisiones adoptadas por los órganos correspondientes no sólo afectan a los que están de acuerdo sino a todos, es una lección de la democracia.

Nos ha decepcionado que repita la cantinela favorita de Cabrera: EpC es obligatoria, EpC es como cualquier asignatura... Pensé que sus declaraciones sobre que él es partidario de escuchar "a todas las voces [refiriéndose a los antiBolonia], por muy minoritarias que sean", eran auténticas. Pero no. Sobre EpC él piensa exactamente lo que ya decía en diciembre de 2006, en la entrevista que concedió a la UGT y que recogía en el artículo anterior:

Yo creo que EpC no es una materia más. Toda la Educación ha de ser educación para la ciudadanía. Todas y cada una de las materias. Además, yo creía que la Educación era para eso; si no es para eso no sé para qué otra cosa es. Pero si algún achaque ha de hacerse a la Educación en general es que a veces parece no haber sido una educación para la ciudadanía, sino una educación para el adiestramiento profesional, para la adquisición de conocimientos, para el éxito, para la rentabilidad social, pero no exactamente para ser ciudadanos y ciudadanas, que es lo que yo creía que es; casi diría que educación y educación para la ciudadanía me parece una redundancia.

Está claro que no hay intención de abandonar el proyecto de re-educación de los españolitos, y no hay talante que valga. He rescatado de lo hemeroteca una interesante información según la cual en los momentos del inminente relevo de San Segundo en febrero de 2006, nuestro amigo Gabilondo era el candidato de Peces-Barba. Con razón decía yo que leyendo su entrevista en la UGT me parecía estar leyendo a D. Gregorio...

La única novedad es que introduce por primera vez en los responsables ministeriales la palabra "dialogar", a partir de la pregunta en la que el entrevistador mezcla –cómo no– el tema de la Iglesia. Pero más bien, parece que dialoga consigo mismo o con su alterego: "¿Va a dialogar [sobre EpC] con la Iglesia?". "No, los interlocutores naturales serán las confederaciones de aquellos que trabajan en la educación". Nada, que me veo a Comisiones Obreras representando a los padres objetores. Mire, D. Ángel: seamos serios. El conflicto es entre 52.000 padres que ven vulnerado su derecho a educar con toda libertad a sus hijos con sus criterios morales y el Ministerio de Educación, que pretende imponerles los suyos. El conflicto no lo tienen los obispos. Ni tampoco los sindicatos ni la CEAPA, que están encantados con el currículum. Tan encantados y conformes están que en un Foro de Educación de CCOO se decía hace pocos días que "no entendían en qué no estaban de acuerdo los objetores ni a qué pedían objetar". Es que de verdad no lo entienden. Es normal. A estas alturas, después de décadas de gota a gota progresista en la escuela, todos deberían estar ya de acuerdo con el nuevo catecismo, todos deberían comulgar con el nuevo credo, que es el único admisible. Pero no, existen al menos 52.000 padres que tienen otra elección. Y no lo entienden. Creen que son meras correas de transmisión –por usar su lenguaje sindical– de los obispos.

Lo gracioso es que los aludidos cuando hablan de este tema se limitan a apelar a la libertad. Lo acaban de decir, por boca de su presidente:

Debemos recordar de nuevo el derecho fundamental e inalienable de los padres y de las escuelas en colaboración con ellos a educar a sus hijos en los principios morales y religiosos que libremente asumen y cultivan. El Estado no puede ignorar tal derecho básico si no es cegando las fuentes de la sustancia moral capaz de configurar y de alimentar al sujeto moral y, en definitiva, al ciudadano responsable. Se violan los derechos de los padres y de las escuelas cuando se impone legalmente a todos una determinada visión antropológica y moral, es decir, una formación estatal de las conciencias. Así no se favorece la generación y el cultivo de la sustancia moral prepolítica que sea capaz de vitalizar las instituciones sociales y políticas. Otra cosa sería la oferta de una formación jurídica básica sobre las Declaraciones de los Derechos Humanos o sobre la Constitución Española. En esta perspectiva podría hallarse una solución a los graves problemas planteados por la llamada "Educación para la ciudadanía".

Al final va a resultar que es la Iglesia Católica la instancia que defiende ahora mismo en España la libertad de todos los ciudadanos, precisamente frente a las tentaciones totalitarias de tantos de sus ex.

Y, por cierto, en el mencionado Foro de CCOO, cada vez que se referían a los alumnos, aparte de mencionarlos con el neutro vocablo "alumnado", les añadían el concepto de "ciudadanos"; los alumnos ahora ya son sobre todo ciudadanos; están en la escuela para asimilar ciudadanía, no para aprender cosas inútiles. Ya lo sabíamos, pero siempre es interesante oírlo de su propia boca. Coinciden con el ministro: "Toda educación ha de ser educación para la ciudadanía". Diálogo de sordos...

Finalmente, hay que decir que nos congratulamos de que El País considere que el conflicto sigue abierto. Pensaron tal vez que las sentencias de Supremo zanjaban el asunto, y han comprobado que no es así gracias, entre otras cosas, debido a la reciente sentencia dictada por un Juzgado de Zaragoza: ateniéndose precisamente a los votos particulares habidos en el Supremo y a la jurisprudencia del Constitucional, ha dictado que sí existe el derecho a la objeción en EpC, porque cuando se dirimen conflictos en relación con derechos fundamentales, –y aquí está en juego la libertad ideológica y de conciencia– la instancia adecuada es el Constitucional, y en esto su doctrina es meridiana:

Cabe señalar, por lo que se refiere a la objeción de conciencia, que existe y puede ser ejercida con independencia de que se haya dictado o no tal regulación. La objeción de conciencia forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad ideológica y religiosa del art. 16.1 de la Constitución y, como ha indicado este Tribunal en diversas ocasiones, es directamente aplicable, especialmente en materia de derechos fundamentales. (Sentencia 53/1985, de 11 de abril).

http://www.libertaddigital.com/opinion/victoria-llopis/el-credo-de-gabilondo-48830/

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