lunes, abril 13, 2009

Ladron de Guevara, Sectacracia

lunes 13 de abril de 2009
Sectacracia

Ernesto Ladrón de Guevara

L A forma de resolver la crisis por Zapatero es la dimensión más sectaria y endogámica de las posibles. Ha optado por un Gobierno partidario y ha desechado su, probablemente, última oportunidad de rectificar y ponerse a trabajar al servicio de los intereses generales.

La incorporación al Gobierno del Presidente del Partido y del Vicesecretario General da la talla de lo que entiende ZP y su caterva partidaria por socialismo. Su concepción de la idea social no se distancia en exceso de otras experiencias del quehacer político, como la del PNV, donde se confunde sociedad con partido, ciudadanía con pertenencia a un grupo que más que una concepción ideológica es, simplemente, un instrumento para el ejercicio del poder y el reparto de las prebendas. Desgraciadamente nuestra democracia camina hacia la descomposición con este tipo de prácticas que se caracterizan por el ensimismamiento partidocrático.

Cualquier fórmula de gobierno que tenga como misión el servicio a la causa común de un pueblo, de una nación, de un Estado, debe enfocarse como selección de los más capaces, de los más entendidos en las áreas de gestión que desarrollen, de los más cualificados y prestigiosos, para dar como resultado un buen servicio a la prosperidad colectiva. El paradigma de lo chapucero en política, de la falta de autoestima gobernante, de la cortedad de miras, es nombrar ministra de economía a alguien que no se caracteriza por ser una autoridad en el campo, que vale lo mismo para un roto que para un descosido, que transita por diferentes ministerios como el que cambia de sala en el cine. La situación actual de los parámetros macroeconómicos en España no es para frivolizar, es para poner rápidamente cataplasmas o cirugías que detengan el tremendo deterioro que sufren nuestras economías colectivas e individuales. La falta de orientación en las políticas económicas, la improvisación continua con medidas ineficaces, que para lo único que han servido es para acrecentar la sangría de las cuentas públicas, da la imagen en foto fija de lo que es ZP como gobernante. La incapacidad para encontrar un modelo, el que sea, coherente, que detenga la caída vertiginosa de nuestras cuentas públicas no se resuelve nombrando a una persona que no da el perfil de conocimiento que ha de tener un ministro del ramo en estas circunstancias. La acumulación nunca vista, en este grado, de concentración de capitales en pocas manos es la antítesis de la ideología socialista en su concepción original. La desconfianza, la desesperanza, el escepticismo que se traslada a la opinión pública con la falta de idoneidad de este equipo para sacarnos del marasmo es lo peor que puede pasar para el reequilibramiento de nuestra economía nacional. Así vamos a la culminación del desastre.

Qué envidia me dan las democracias anglosajonas, donde lo sustancial no son los partidos políticos sino los representantes elegidos por el pueblo mediante listas abiertas. Representantes que rinden gestión individual ante la circunscripción que les ha elegido. Representantes que responden ante su conciencia ejerciendo su albedrío individual sin sometimientos a disciplinas y mandatos imperativos. Donde las estructuras partidarias son un simple canal para organizar las corrientes ideológicas, pero que no interfieren la acción de gobierno. España debe aprender de esas democracias y no someterse a las disciplinas oligárquicas partidarias, que ahogan la creatividad, la generosidad del servicio a la causa colectiva, la trasparencia en la gestión y en la canalización de la voluntad ciudadana. Hay mucho camino para avanzar en una verdadera democracia.

Repito, una vez más, la sentencia filosófica unamuniana , tan oportuna en las actuales circunstancias: “Cuando me dicen que ese es mi centro, me digo: mi centro soy yo…, porque vale más ser ola pasajera en el océano que charco muerto en la hondonada. No quiero que me señalen el camino hecho a cordel que he de seguir; quiero abrirme el mío con mis propios pies a campo traviesa, y pisando sus sementeras si es preciso. Me han dicho algunos que así no voy a ninguna parte. A donde quiera que vaya a dar dará mi todo y no la parte que ellos me señalen. Si la fórmula de mi individualidad es complicada, no voy a simplificarla para que entre en su álgebra; más vale ser cantidad irracional que guarismo en su

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