martes 28 de abril de 2009
Una curiosa leyenda, bonita tradición y error histórico.
Félix Arbolí
E L pasado día 23 se celebró como todos saben y es tradición, el Día Internacional del Libro. Un intento promocional de la lectura para alivio de los libreros y la reiteración de un error cronológico que toma como base de esta celebración el aniversario de la muerte de Cervantes y su “coincidencia” con la de Shakespeare, que al ser dos autores de reconocido prestigio internacional le dan este carácter. Sin embargo, algunos autores afirman que Cervantes murió el 22 y no el 23, en que fue enterrado y que Shakespeare al regirse Inglaterra entonces por el calendario Juliano, que tiene una pequeña diferencia de fechas con el Gregoriano, que es el nuestro, la muerte del dramaturgo inglés tuvo lugar once días más tardes; es decir, el 13 de mayo. Quien tenga o no la razón no es asunto que me preocupe, aunque opino que debo exponerla a la consideración de los lectores. Si es así, el motivo de esta celebración no concuerda con la realidad conmemorada. .
Cataluña, a su vez, celebra en esa fecha la famosa Díada de Sant Jordi, su legendario Patrón, que se enfrentó y mató al dragón y salvó a esa comarca del obligado tributo de una doncella para atender a la alimentación del monstruo. Dicen que de la sangre de la bestia surgió un rosal y de ahí nació esa bonita costumbre de obsequiar con una rosa a la mujer, conmemorando su liberación de tan trágico tributo. San Jorge, en realidad, fue un militar romano nacido en la Capadocia (Turquía), en el siglo III y decapitado por negarse a martirizar a los cristianos en tiempos del emperador Diocleciano. Seis siglos más tarde de su muerte, el arzobispo de Génova, desarrolla una leyenda, llamada “aúrea”, en la que este santo convertido en caballero lucha y mata al dragón para salvar a la doncella, que con escasas variantes se extiende por toda Europa, especialmente en Portugal, Inglaterra y Grecia y que asimismo se conmemora en Cataluña, donde es una especie de “día de los enamorados” y homenaje a la mujer. Todo un simbolismo que nada tiene que ver con la cultura, si no se diera la otra circunstancia que algunos ponen en duda. Esto nos indica que el obsequio de la rosa es ajeno a la promoción de la lectura y responde a una tradición que nada tiene que ver con libro alguno.
La costumbre del obsequio de la rosa a la mujer y el libro al hombre como conmemoración de este día tan especial de tradición y cultura, se hizo habitual en Cataluña, aunque en la actualidad ambos reciben idénticos regalos, ya que la fémina se haya incorporada con todos los derechos al mundo de la cultura e incluso supera al hombre en el sano “vicio” de la lectura Es una fórmula que libera de un posible matiz machista una celebración en la que la mujer recibía flores y el hombre libros, como signos erróneos ya desfasados de la mujer florón y el hombre intelectual. Y el libro y la flor forman pareja en esta fecha donde todos parecen impacientes por adquirir ese ejemplar que han tenido y tienen en cualquier librería todos los días del año. Como si nadie leyera antes o después de esta fecha.
Cuando tuve librería, acostumbraba a regalar a cada persona que pasaba ante la puerta una rosa y un libro, pero de bolsillo, porque si lo hacía con los caros, me hubiese arruinado mucho antes. Luego cada uno era muy dueño de comprar o continuar su camino con el regalo. Yo creo que es una costumbre bonita y hasta elegante de compaginar devoción hacia la mujer y apego a la tradición con la promoción de la cultura popular, aunque a algunos pueda parecerle cursilada. El que tenga sensibilidad percibirá el gesto y la delicadeza del detalle. En Madrid no se dan flores, a lo sumo un catálogo de editorial o un marca páginas de promoción. Claro que en otras cuestiones y celebraciones echamos la casa por la ventana porque cada comunidad tiene sus tradiciones y ritos todos ellos bonitos, interesantes y curiosos. No obstante, con la crisis actual la lectura está bajando en picado y hasta la compra del periódico está sufriendo un descenso vertiginoso.
Cuando tuve ocasión me incliné por la opción catalana en nuestro local durante este día y en los navideños repartía caramelos y golosinas a todos cuantos pasaban ante el local con el empleado disfrazado de paje, mientras se oían villancicos en el altavoz. El escaparate central ocupado por un Belén de enormes y antiguas figuras, que aún conservo y coloco a la entrada de casa en esas fechas. Asimismo, con ocasión del día de la madre, organizaba un concurso de redacción entre la chavalería del barrio, fueran clientes o no. Jamás dejé a ninguno sin su premio. Todos salían con la creencia de sentirse favorecidos por la suerte, porque ningún escrito quedó sin leer y sin premiar. Nos hicimos queridos y populares en el barrio y el cierre del local por mi larga hospitalización y su posterior venta a unos chinos por el dueño, me privó de esos días tan ajetreados y agradables que tanta ilusión nos causaba, a pesar de que fue nuestra ruina, porque nos empeñábamos en hacer cosas que comercialmente no son convenientes, como facilitarle los libros de texto y el material escolar a aquellos niños cuyos padres no lo podían costear o vendérselos a unos plazos excesivamente alargados, que nosotros teníamos que pagar al contado y abrir cuentas que al cierre quedaron inoperantes y sin cobrar. Fue un sueño que cayó en picado con mi urgente traslado al hospital. Siempre había soñado y aún no pierdo la esperanza de que una primitiva me haga el milagro, de tener una librería tertulia, donde amigos y clientes pudieran reunirse a conversar, tomar café y comentar sobre libros y autores. Sería el local donde cualquiera se sentiría agasajado, asesorado y bien tratado, de forma que la compra de un libro se convirtiera para el cliente en algo especial y deseado. Hay quienes creen que los libros deben venderse como si fueran patatas o verduras y no se dan cuenta que el consejo, la reflexión y la amistad que debe brotar entre cliente y vendedor, son fundamentales para la buena marcha del negocio o al menos para contribuir a mejorar la cultura en general. ..
Esta es la leyenda, origen y fundamento de esa flor y ese libro que los catalanes se ofrecen ese día tan especial para ellos y la literatura en general. Aunque algunos puedan opinar de forma distinta, que yo respeto, a mi me parece una costumbre muy original y bonita de mostrar nuestra admiración a la cultura y a las antiguas tradiciones que ninguna comunidad inteligente y amante de lo suyo debe permitir que se pierdan. Doble tributo a la belleza y a la inteligencia que a mi me parece genial y cuando pude lo puse en práctica.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1998
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