lunes 13 de abril de 2009
Mareando la perdiz para no contarles nada serio
Miguel Martínez
M E van a perdonar mis queridos reincidentes pero, saltándome lo que ya se había convertido casi en costumbre por estas fechas - y eso es narrarles mis desventuras coincidentes con los desplazamientos vacacionales del asueto pascual- este año se van a librar, porque inexcusables obligaciones profesionales van a impedir a este columnista disfrutar de sus más que merecidísimas vacaciones de Semana Santa, aunque, ahora que lo pienso, olviden lo del tema laboral y permítanme que rectifique y achaque a la crisis el motivo de quedarme sin vacaciones, con el noble fin -faltaría más- de contribuir a la estabilidad necesaria con la que los medios deben colaborar en la tranquilidad del lector, ayudando a huir de la histeria colectiva, por mucho que de soslayo también se pueda desgastar –merecidísimamente, desde luego- al gobierno de ZP, responsable a todas luces de la crisis mundial, de las hipotecas subprime, de la basura colada en las more secure options, de Madof, del desastre de Filipinas, de la humillante derrota de Trafalgar, de la caída del Imperio donde nunca se ponía el sol y, especialmente, de la muerte de Manolete.
En cualquier caso, y por mucho que dé principio a esta columna rogándoles disculpas, la verdad es que todo aquel que tenga prevista salida para estos días debiera estar más que agradecido a un servidor, pues el hecho de que éste se quede estos días en casita, les garantiza al resto que, en contra de lo que auguran las previsiones atmosféricas, puedan disfrutar de estupendos y soleados días, cosa que jamás ocurriría si quien les escribe hubiese decidido aventurarse a salir, que así de bien se lleva un servidor de ustedes con Mr. Perry Murphy y sus leyes. De todas maneras, y para impregnarse de cierto halo festivo, un servidor les escribe desde el patio en vez de su escritorio, en chándal y en zapatillas en vez de con camisa y pantalón de tergal y con un mini ordenador portátil, comprado en Andorra por 200 euros – y por tanto libre del cánon digital, se chinche la SGAE- en vez de desde su ordenador habitual. Les obviaré ciertos detalles sin importancia, como que para poder leer la pantalla evitando los reflejos del sol estoy situado de cara a éste y que preciso una gorra -del Barça, por supuesto- para impedir que el astro Rey me ciegue, que me hago un lío con estas teclas tan enanas y con los acentos caprichosa y obtusamente colocados en la tecla a la izquierda de la zeta, que a causa de mi escasa habilidad con el mouse integrado en el teclado me aparecen cada dos por tres las frases en medio del párrafo anterior y que mi perrita Magui -poco acostumbrada a verme en casa a estas horas - reclama mi atención ora trayéndome su pelota, ora tironeándome de los cordones de las zapatillas, ora saltando atlética y sorprendentemente sobre mis rodillas, dándole de rebote un coletazo a la taza sobre la mesa y derramando sobre el chándal del que les hablaba -ya en el cubo de la ropa sucia- media taza de capuchino al caramelo casi hirviendo. Les tranquilizo comunicándoles que mi perrita ha salido indemne del lance y que, visto cómo se relame aún ahora, le encanta el capuchino al caramelo de Mercadona.
Ante tal tesitura, y, hallándose probablemente mi musa de vacaciones con la de Serrat -o quién sabe si habiendo sucumbido también ésta a la moda del catarro primaveral- se siente incapaz quien les escribe de hilvanar un artículo mínimamente serio, por lo que voy a dedicar mi columna semanal a marearles un poco la perdiz comentando una selección de noticias curiosas aparecidas en prensa durante estos días; eso sí, después de subir por enésima vez arriba a buscar el puñetero manual donde encontrar la puñetera contraseña que me pide el puñetero trasto éste para actualizar no sé qué puñetero archivo, según me informa repetidamente una puñetera ventanita pesada y cansina que me aparece en medio de la puñetera pantalla y que me descuajaringa este puñetero texto irremediablemente cada noventa segundos.
Leía ayer en La Vanguardia que un estudio científico revela que las monas prefieren copular con los monos que en el pasado les han ofrecido comida. De este sesudo artículo un machista desprendería que las hembras actúan siempre por interés, otro machista –o quizás el mismo de antes- afirmaría que las monas, más que monas parecen zorras, porque entregan su cuerpo a cambio de dádivas, los científicos extraen del experimento que los monos tienen mucha más memoria de la que se creía y un servidor concluye con que hay mucho científico aburrido, tanto como para invertir sus estudios y su tiempo en investigar los comportamientos sexuales de las monas, cuando mucho más sencillo hubiese sido preguntarle a Carmen Martínez Bordiu, experta en primates según la prestigiosa revista científica Hola, que dedicaba semanas atrás un sesudo artículo en el que mostraba a la nietísima investigando simios en África, corroborándolo con soberbias fotos, en una de las cuales se llega a ver un primate en una esquinita de la imagen, a unos centenares de metros de esa pedazo de bióloga de vocación a la que sólo Anita Obregón puede hacer sombra.
Publica Ya.com/noticias que en Sullana, localidad peruana a unos mil kilómetros al norte de Lima, han tenido que operar a un campesino de 53 años que llevaba acarreando con una potente e insistente erección desde hacía ocho días –con sus ocho noches- que no desaparecía ni siquiera retozando cariñosamente con su pareja una y otra vez. Vamos, que empezó el hombre un lunes y el martes de la semana siguiente todavía seguía el pobre de tal guisa. Aquellos de mis queridos reincidentes que crean que para qué operar lo que bien pudiera ser una bendición del cielo, apuntarles un detallito consistente en que, por lo visto, lo que padecía el caballero era -tal y como sospechaba su primero entusiasmada pero luego exhausta compañera- una enfermedad, llamada para más detalles priapismo, consistente precisamente en eso, en la inundación sanguínea y perenne de los cuerpos cavernosos del pene y que, si no es tratada quirúrgicamente, acaba irremediablemente con la pérdida del miembro. Andaban los médicos realmente preocupados por averiguar lo que al caballero de la enhiesta figura le causaba el priapismo, pues parece ser que si no se descubre el motivo de tal reacción, son frecuentes las recaídas, o mejor debiera decir re-levantadas. En cualquier caso, cuentan que costó sudor y sangre que el campesino se dejase operar, porque incluso cuando el cirujano le advertía que los peligros del priapismo podían llegar a dejarlo eunuco, respondía el hombre con lo de antes muerta que sencilla.
En la página digital de los 40 Principales, y en una entrevista a la estrella del Pop Lady Gaga, ésta afirma que el lugar más extraño donde ha firmado un autógrafo ha sido en el pene de un fan, explicando además que lo hizo con un rotulador permanente, de los que no se va lo escrito ni con disolvente. No da detalles la noticia sobre el receptor del autógrafo pero, si casualmente fuese un peruano de 53 años y de profesión campesino, quizás pudiésemos deducir que la tinta de los Edding causa sobre el organismo masculino un efecto hasta ahora insospechado.
Y hablando de Edding y de su tinta, me envía un amiguete el pantallazo de un consultorio sexológico on line, donde una adolescente, muy preocupada, explica que se le ha roto un su rotulador Edding de color verde mientras “jugaba” con él, y que ciertas partes, digamos muy sensibles e íntimas, de su cuerpo son ahora de un sospechoso verde loro. La pobre pide consejo sobre cómo librarse de tan artística como delatora decoración. Otro forista, con un pelín de mala leche pero dotado de indiscutible ingenio le suelta “prueba con tippex”.
Lo de los consultorios sexológicos da para, no ya para un artículo sino para una enciclopedia entera. En el de 20 Minutos un pobre confiesa que “Ella se aburre y me pide que acabe” y poco más abajo otro expone que “No duro ni 30 segundos”. Las respuestas de los que participan en el foro son variopintas y a menudo ingeniosas, pero en este caso son en parte coincidentes, pues al primero le sugieren que la emborrache un poco y al segundo que se emborrache un poco él, aunque convendrán conmigo mis queridos reincidentes en que lo que cabría recomendarles a ambos sería que permutasen sus respectivas novias y que así serían los cuatro mucho más felices.
Y podría seguir mareando la perdiz y comentándoles noticias curiosas hasta cansarles más todavía, si no fuera porque esta maravilla de la técnica de 200 euros -y libre del canon de la SGAE- se queja de que se está quedando sin batería.
Y no hay mal que por bien no venga, que dirán ustedes.
http://www.miguelmartinezp.blogspot.com/
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