martes 14 de abril de 2009
Cambiar a Chaves deja de ser un problema andaluz
Rafael González Rojas (Elsemanaldigital.com)
EN Sevilla, donde asuntos familiares me han mantenido durante una semana, muchos con los que he cambiado impresiones consideran que cambiar a Manuel Chaves dejó hace tiempo de ser un problema para convertirse en una solución. Para los socialistas, claro. Para la oposición, el problema es la permanencia de los socialistas en el poder desde illo tempore en que comenzó en España la sucesión del régimen de Franco por el actual.
No se sabía todavía la semana pasada qué es lo que haría Zapatero con el todavía presidente de la Junta de Andalucía. Pero lo que nadie discutía es que era necesario abrir nuevos horizontes a la Presidencia andaluza. Para los socialistas, insisto; para los del PP, los nuevos horizontes para Andalucía no son otros que echar a los socialistas del poder. Porque, se dice pronto, pero el próximo 28-F se cumplirán 30 años del único cambio político que ha experimentado esa extensísima región de España decidido por sus habitantes. Quiero decir que, desde el primer 28-F, fiesta de la Comunidad Autónoma Andaluza, celebrado en 1980, allí han ocurrido muchas cosas, se han producido muchos cambios, no tantos para bien como en otras regiones; pero lo que desde luego no ha cambiado ha sido el Gobierno de la Comunidad, invariablemente del PSOE-A, que lleva, contando la etapa preautonómica, 31 años mandando.
Treinta y un años gobernando son demasiados años. Como para que las ideas se oxiden. Y a juzgar por los resultados, deben estar muy mohosas. Andalucía figura a la cola de España en desarrollo económico y social. Eso salta a la vista. ¿Quién nos iba a decir que antes que perdiera el PSOE-A el poder lo iba a perder el PNV? Pues así es. ¡Y ya veremos! Como acierten a renovarse, vamos a seguir teniendo gobierno socialista en Andalucía para otra jartá de años. Ellos, los del PSOE-A, ya venían dando muestras de empacho de ellos mismos. Aguantar a Chaves tanto tiempo no lo sufrían ni quienes, por devoción al partido, lo venían votando. Pero entre ellos –entre los líderes socialistas andaluces- comenzó a germinar la inquietud de que, si seguía Chaves al frente, podrían hartarse los votantes y cambiar el signo de su voto. Había graves síntomas de que eso podría ocurrir.
En efecto, las últimas encuestas realizadas en torno al último 28-F, indican que el PP de Javier Arenas sube como la leche en ebullición. A un punto ya del PSOE-A de Chaves. "¡Cáspita!", debió exclamar Zapatero cuando su otrora amigo El País le informaba de esa cambiante realidad andaluza. "Hay que hacer algo. Con la crisis que está cayendo y Chaves atornillado a un sillón desde ni se sabe ya cuándo". Digo yo que, más o menos, esto fue lo que debió razonar Zapatero. Y aprovechando la otra crisis, la de Gobierno, que los fracasos de gestión y de imagen le estaban exigiendo, se dijo "Tate, asciendo a Chaves a vicepresidente del Gobierno –¡qué menos para un presidente del partido!-, y me lo quito del Palacio de San Telmo, que con tanta remodelación millonaria, está siendo demasiado arroz para tan poco pollo".
Lo que la gente se pregunta es si Chaves, que fue forzado a Andalucía para encabezar la candidatura del PSOE-A a las autonómicas, viene a la fuerza otra vez al Gobierno de la Nación, aunque, en apariencia, bajo la forma de ascenso. Sea como fuere, la sustitución de Chaves va a dejar de ser un problema como se creía hace meses. El problema para el PSOE-A es ahora Arenas.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1982
martes, abril 14, 2009
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