martes, abril 21, 2009

Pablo Sebastian, Montilla, Chaves y Gabilondo

Montilla, Chaves y Gabilondo

Pablo Sebastián


El nuevo vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, visita hoy en Barcelona al presidente de la Generalitat, José Montilla, para una primera toma de contacto con el nuevo Ejecutivo de Zapatero en la que se abordará la reforma del sistema de financiación autonómica, el traspaso de nuevas competencias a Cataluña, la estabilidad parlamentaria del Gobierno español y otras cuestiones, como las posibles consecuencias para el Estatuto catalán de la esperada sentencia del Tribunal Constitucional sobre la muy probable inconstitucionalidad del citado Estatuto. Sobre todo con vistas a las elecciones autonómicas catalanas del próximo año.

Naturalmente, en este encuentro no está previsto, aunque debería, que Chaves y Montilla hablen de la marginación y uso del idioma español en el territorio catalán, y especialmente en la enseñanza. Un problema que ya se extiende al ámbito de la Comunidad Autónoma de Baleares, y donde tiene un reto pendiente el nuevo ministro de Educación, Ángel Gabilondo, quien debería pronunciarse al respecto explicando esta marginación del idioma oficial del Estado en distintos territorios de España. O el hecho impactante de que Cataluña sea uno de los pocos territorios de Occidente donde está prohibido abrir un colegio o Universidad, públicos o privados, donde se pueda enseñar, a quien lo desee, exclusivamente en idioma castellano, o español. Vamos a ver qué opina el ministro Gabilondo de este asunto que atenta no sólo a los derechos constitucionales de los españoles, sino también a los derechos y libertades de los padres de familia y de los jóvenes que desean estudiar en el idioma oficial de España.

En cuanto a las desmedidas pretensiones económicas de Cataluña en plena crisis económica, y rompiendo el marco de la solidaridad interregional para consolidar el estatus de las regiones más ricas frente a las más pobres, y a la vez excluyendo de la discusión parámetros esenciales como el mercado pleno español del que disfrutan y se benefician las empresas catalanas, así como la recaudación del IVA que se produce fuera de su territorio, cabe imaginarse lo peor. Porque ni el PSC de Montilla, ni sus socios dentro del Gobierno tripartito catalán, ERC e ICV, parecen dispuestos a aceptar algún acuerdo que no incluya todas sus exigencias. Obviando de paso cualquier alusión al resto de Autonomías españolas, porque ellos insisten en aplicar la "bilateralidad" a las relaciones entre Cataluña y el Gobierno central español, como si estuviéramos en un régimen federal o confederal, lo que es falso y no se corresponde con la realidad española ni con el marco constitucional.

En el fondo de este debate sobre financiación ?y otros sobre transferencias de competencias del Estado- está la debilidad parlamentaria del Gobierno de Zapatero, y las amenazas veladas y directas del PSC y de ERC de votar en contra del Gobierno en el Congreso de los Diputados si finalmente no se aceptan sus exigencias, y a ser posible de manera urgente y antes de que se conozca la sentencia del Tribunal Constitucional, para imponer los hechos consumados ante la eventualidad de alguna decisión que afecte de lleno a las pretensiones de la Generalitat.

Y, por supuesto, esta tensión entre la Generalitat y la Moncloa esconde un segundo problema que reside en la discrepancia existente entre Montilla y Zapatero por los pactos de gobierno establecidos por el PSC con ERC, tras las tormentosa legislatura que presidió Pasqual Maragall con el Gobierno tripartito catalán, renovado por Montilla a pesar de que Zapatero prometió al líder de CiU, Artur Mas, que en Cataluña gobernaría la lista más votada, que fue la de CiU. Una promesa incumplida y engañosa que los de CiU se tragaron de manera sorprendente y a sabiendas de que el PSC no obedece ni a Zapatero ni al PSOE en cuestiones de autogobierno. Y menos aún tras su pacto político contra natura con los independentistas de la Esquerra que ha llevado a los socialistas catalanes a cambiar su catalanismo por un nacionalismo cada vez más radical.

Dado el empeño de Zapatero por mantenerse en el poder a cualquier precio sin adelantar elecciones generales, y menos aún en plena crisis económica, cabe esperar que Montilla consiga todos sus objetivos. Cualquier diferencia crucial entre Moncloa y la Generalitat obligaría a un adelanto electoral y no sabemos si conduciría a una ruptura histórica entre el PSOE y el PSC. Lo que nunca habrá que descartar si los socialistas catalanes siguen su marcha tras la senda confederal que lidera la Esquerra, en pugna con CiU, pero sólo como una etapa hacia la independencia nacional.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/123272.asp

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