miercoles 22 de abril de 2009
Urge la gran coalición PSOE-PP
Pablo Sebastián
Ya sabemos que la prioridad del Gobierno catalán que preside Montilla, con la colaboración de los independentistas de la Esquerra Republicana, no es otra que la de pedir más soberanía y más dinero al Estado, como sabemos que la prioridad del Gobierno recién reformado de Zapatero es asegurar su estabilidad parlamentaria, el disfrute del poder y la permanencia del líder del PSOE y presidente del Gobierno. La consecuencia de todo esto implica que la grave crisis económica y social que no cesa de crecer en España y que, en las últimas horas y días, el buque español hace agua por los dos costados, y la gran avería quedó relegada a un tercer lugar y supeditada a todo lo demás cuando lo lógico, en tan dramáticas circunstancias, sería anteponer el interés general de España. Intentando, por encima de todo y de todos, un gran acuerdo político nacional que sólo es posible sobre la base de un pacto entre los dos grandes partidos nacionales, el PSOE y el PP.
De ahí la sorpresa y el estupor que produce el ver que el nuevo Gobierno de Zapatero no tiene más objetivo prioritario que atender las reivindicaciones políticas y económicas de la Generalitat, y especialmente del nacionalismo insolidario catalán, mientras la situación económica y social se deteriora a gran velocidad, tal y como se aprecia en la catarata de malas noticias que no cesan de emerger. Tan sólo en las últimas horas hemos conocido las que siguen: la visita de turistas a nuestro país ha descendido más de un 16 por ciento; la deflación en España aumenta, según The New York Times, y prueba que la desconfianza de los empresarios y consumidores no cesa de crecer; la morosidad en bancos y cajas de ahorros ha progresado de manera muy alarmante en las últimas semanas (en algunos casos por encima del 6 por ciento); el gobernador del Banco de España insiste en el riesgo de déficit de la Seguridad Social; los ventas del sector inmobiliario caen en picado a más de un 37 por ciento; empresarios de la construcción auguran que el número de parados llegará a los cinco millones; la venta de ordenadores en nuestro país -un indicativo importante- ha descendido en un 16 por ciento; y por si algo faltara, el Banco de España recomienda a los bancos que empiecen a cerrar sucursales ahorrando gasto, lo que traerá más paro.
Y mientras todo esto ocurre, y lo que está por llegar, los vicepresidentes segundo y tercero del Gobierno están dedicados en cuerpo y alma a subir el gasto autonómico en Cataluña, desviando fondos del Estado que hoy día son más necesarios que nunca para otros menesteres, en lugar de estudiar un plan de choque global contra la crisis que incluya una gran acuerdo de nivel nacional, que sólo podría ser sustentado por el PSOE y el PP, como bien han hecho ambos partidos en el País Vasco para defender la libertad, la democracia y la legalidad en esas latitudes, pero en este caso ocupando sus esfuerzos e iniciativas políticas en sacar España del gigantesco socavón en el que nos estamos hundiendo de manera imparable. Y si es necesario, por parte de Rajoy, ofreciendo a Zapatero la estabilidad parlamentaria con la que les amenazan los partidos nacionalistas, a los que los populares han comenzado a hacer algunos requiebros para debilitar al Ejecutivo socialista, olvidándose también del problema general de España y anteponiendo los que son sus intereses electorales.
Y se equivoca el Gobierno de manera flagrante porque a ellos corresponde la gran responsabilidad de gestionar la situación, y se puede equivocar el PP con esta estrategia porque, lejos de perder posiciones como partido de la oposición, su generosidad y responsabilidad sería ampliamente aplaudida por una mayoría de ciudadanos, como ocurre en la lucha contra ETA, o en el pacto a favor de la investidura de Patxi López en Euskadi.
Lo normal sería que este gran pacto fuera incluso apoyado por CiU y PNV, aparcando sus respectivas y legítimas ambiciones políticas, porque lo que está en juego es mucho y afecta a todos. Pero resulta que, como estamos en la precampaña electoral del Parlamento Europeo, todo apunta a que se van a perder cinco meses de oro, camino del otoño infernal, sin que se escuche a nadie un discurso político de altura, que sobrevuele la confrontación de la política. Y que permita poner en marcha esa gran concertación nacional, que es la única que devolvería la confianza a todos los sectores afectados: el financiero, el empresarial y a los consumidores en general.
¿De qué le van a servir al Gobierno de la Generalitat más competencias y fondos públicos si nuestro país, por ejemplo, entrara en recesión? ¿Acaso creen Montilla y Puigcercós que una crisis nacional no afectará a Cataluña y que el tripartito volverá a ganar las elecciones autonómicas si Zapatero y el PSOE nos llevan por la senda del caos en la que estamos inmersos?
Una vez más, Zapatero sigue negando la dura realidad y no para de lanzar sus mensajes de inútil optimismo ante la tozudez de los indicadores más fiables y de los acontecimientos imparables que nos llevan de mal en peor. Y frente a esta ceguera y loca fuga hacia delante del presidente quizás sería razonable que tome la iniciativa de la gran coalición el propio Rajoy.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/123769.asp
miércoles, abril 22, 2009
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