La constatación de un fracaso
Miércoles, 08-04-09 a las 03:30
Los cambios anunciados ayer por Zapatero nacen amortizados por dos razones. La primera es la lamentable gestión informativa que los ha precedido en los últimos días, a raíz de que ABC desvelara el pasado domingo la inmediatez de la crisis. La segunda es la manifiesta inadecuación de algunos de los nombres elegidos para los objetivos que ayer fijó el jefe el Ejecutivo. Los días previos a la crisis de gobierno han dañado la imagen de Zapatero, a quien todo se le ha ido de las manos. La espantada generalizada de dirigentes del PSOE, de ministros y del presidente del Gobierno, cancelando, unos y otros, todas sus agendas, es demostrativa de una preocupante falta de profesionalidad ante un trance tan delicado como es siempre una reestructuración ministerial. La sensación que queda es que difícilmente se puede hacer frente a una crisis económica y social como la que padece España cuando Zapatero ni siquiera es capaz de manejar la crisis de su propio Gobierno.
En cuanto a los nombramientos y ceses, es evidente que Rodríguez Zapatero ha calculado los altos riesgos que corre en las próximas elecciones europeas, sobre todo, después de la derrota en Galicia y del pacto con el PP en el País Vasco, auténtica derogación del veto antidemocrático contra los populares. Por eso, el Gobierno ha sido puesto al servicio del PSOE, dando entrada a su presidente, Manuel Chaves, y a su vicesecretario general, José Blanco. Las interpretaciones sobre estas incorporaciones son muy diversas, pero todo apunta a que el PSOE está desestabilizado por la falta de iniciativa política, la ausencia de alternativas y las malas expectativas electorales. Ahora no sería extraña una segunda crisis, esta vez en la cúpula socialista, salvo que Leire Pajín sea la baza de Zapatero para dirigir realmente el partido.
Si el objetivo de los cambios es afrontar la recuperación económica, el acceso de Elena Salgado a la vicepresidencia económica plantea serias dudas. Al margen de sus virtudes políticas, está por ver si reúne condiciones de autoridad en la materia para mantener una interlocución firme ante los sectores económicos y sindicales, así como en los foros internacionales donde se están decidiendo las políticas globales contra la recesión. Quizá el fin último de su designación sea enmascarar el control directo que la Presidencia de Gobierno ejercerá sobre la política económica, una vez que Solbes — cesante desde hace un año— desaparece de escena. Por otro lado, la nueva estructura del Gobierno lleva dentro la semilla de la discordia, porque tres vicepresidencias es un número excesivo y porque se ha formado un cerco alrededor de María Teresa Fernández de la Vega que acabará provocando nuevos conflictos de coordinación interministerial. Basta comprobar que Salgado y Chaves —cuya salida de la presidencia de la Junta de Andalucía es una apuesta de alto riesgo del propio Zapatero— asumen competencias horizontales que requieren una constante labor de organización interna del Gobierno.
No ha habido gesto de austeridad —siguen Ministerios prescindibles como Vivienda e Igualdad— y sí utilización del Gobierno para pagar servicios, como los prestados por actores y cineastas, reconocidos en la nueva ministra de Cultura. El cese de Bernat Soria, aun siendo plausible, parece una contraprogramación de última hora, y la decisión de Zapatero de asumir la secretaría de Estado para el Deporte, la confirmación de otra promesa incumplida. En definitiva, esta crisis de Gobierno es el reflejo de la verdadera crisis política que sufre el jefe del Ejecutivo y la constatación de su propio fracaso personal.
http://www.abc.es/20090408/opinion-/constatacion-fracaso-200904080330.html
miércoles, abril 08, 2009
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