El mejor candidato
IGNACIO CAMACHO
Lunes, 03-11-08
ACASO nadie en el mundo, y desde luego nadie en Europa, sepa con exactitud lo que van a hacer dentro de sus cabinas de voto los electores norteamericanos, pero si hacen lo que han declarado en las encuestas Barack Obama será pasado mañana el presidente de los Estados Unidos. Y ello por tres razones esenciales: porque los dos mandatos de Bush han provocado demanda de cambio, porque la crisis económica ha devorado las opciones de McCain y porque Obama, que sigue suscitando dudas sobre si será un buen presidente, ha demostrado con creces ser un excelente candidato.
Salvo que una derrota inesperada e imprevisible lo arruine todo en el último instante, la campaña del senador de Illinois pasará a la Historia de la política. Dinámica, persistente, prometedora, excitante y moderna. Capaz de sostener el durísimo pulso de Hillary y el posterior ataque frontal de McCain y el aparato republicano. Sostenida con una determinación formidable y una absoluta fe en la victoria. Elegante, sugestiva, brillante, mediática, demoledora en el uso de internet como herramienta de propaganda y participación. Sobre su manifiesto poder de seducción, su oratoria persuasiva y carismática y su ilusionante discurso de renovación, Obama ha levantado algo más que una candidatura: ha creado una ola sociológica, un movimiento político.
Hace falta mucho talento, individual y colectivo, para superar el doble hándicap de la inexperiencia y del color del candidato. Presentarse de una manera tan rupturista sin estrellarse ante la desconfianza popular es una obra de arte de la política, que requiere destreza, convicción y preparación. El vaporoso aspirante de discurso tan atractivo como hueco -«se gobierna en prosa, no en verso», le espetó Hillary en uno de sus ataques más venenosos- se ha ido transformando en la encarnación de una sólida esperanza sin cometer apenas errores. Mientras McCain se perdía dando tumbos en una estrategia errática y Sarah Palin se desfondaba en su propia incompetencia tras su burbujeante arrancada, Obama ha reforzado su crédito con una tenaz e indesmayable seguridad en su propuesta y en sus posibilidades. No sólo ha sabido convencer a sus conciudadanos de que debe y puede ganar, sino que ha logrado crear la sensación patente de que va a hacerlo.
El resultado es una movilización electoral sin precedentes en un país en el que hay que inscribirse para votar, aunque ese efecto arrastrará también votos para su adversario. Apoyado en un discurso magnético, vibrante, en el que la palabra y el concepto de esperanza se han apoderado de la voluntad de un electorado necesitado de creer en un revulsivo, el perfil intelectualmente elitista de Obama le entronca con la tradición kennedyana y le ha permitido dominar a un rival honesto y valiente, pero simple, incapaz de zafarse de la sombra de Bush. Así, tras dos años de crecida, llega al momento decisivo en una superioridad casi abrumadora. Sólo le queda un reto: el de superar el recelo del elector a solas con su prejuicios ante un candidato mestizo que quizá resulte demasiado negro para los blancos y demasiado blanco para los negros. Y luego, claro, demostrar que merecía lograrlo.
http://www.abc.es/20081103/opinion-firmas/mejor-candidato-20081103.html
domingo, noviembre 02, 2008
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