domingo, noviembre 23, 2008

Garcia Brera, Isabelita

lunes 24 de noviembre de 2008
Isabelita

Miguel Ángel García Brera

E N mi casa era Isabelita Ramírez, a causa del apellido de su esposo, el comandante legionario Juan Manuel, amigo entrañable, hermano; pero era Isabelita Solera, hija de Don Nicolás, el abogado con más memoria que he conocido en mi vida y con la sabiduría de venir a ejercer la profesión, en Cuenca, tras haber sido el juez más joven de España y presidente de la Audiencia Territorial de Albacete allá por los años 30.

Juan Manuel Ramírez acaba de llamarme para decirme que ayer, ante el televisor, su esposa se quedó muerta; ayer, que era 20 de Noviembre, una fecha memorable para él porque comparte la doctrina de José Antonio y, para ella, que continuando el fervor de su padre por el Caudillo, siempre le admiró y consideró. ¿Estaría Isabelita presenciando en la tele alguna de las antidemocráticas e injuriosas emisiones que, junto a videos y notas de mal gusto, en circulación por Internet, han dado rienda suelta a los rencores y las infamantes venganzas verbales contra el político y el General muertos el mismo día?

Isabelita era hija única en el seno de una familia de posición acomodada, dirigida por un sabio jurista, sin adscripción política alguna, que amó tanto el orden y el Derecho como para defender al Jefe del Estado que, al finalizar la contienda civil, le había depurado y cortado sus brillante carrera judicial, por el simple hecho de sustituir al Gobernador Civil republicano durante algunos días en que, al hallarse éste ausente, se lo impuso el protocolo vigente. Cuando alguna vez Don Nicolás, del que fui pasante algún tiempo, me sorprendió en charla con su yerno, haciendo crítica de la política franquista, que nos disgustaba por apartarse de las líneas sociales joseantonianas, se excitó bastante haciéndonos ver que, para él, el hecho de que Franco nos hubiera librado de la anarquía en que desembocó la República y de no haber acabado, como posteriormente los del Este europeo, siendo un país satélite de la URSS, le compensaba de sobra el error de su equivocada depuración.

Isabelita había heredado ese sentimiento y la austeridad de su padre, la objetividad y la generosidad, de modo que en el pueblo de sus raíces, Vellisca, en tiempos de la transición, decidieron pedirle que fuera alcaldesa, la eligieron, y, en ese cargo, prestó notables servicios a la localidad.

Madre amorosa y entregada al cuidado de sus cinco hijos, tuvo que sobrevivir a dos de ellos, fallecidos cuando ya estaban en la Universidad, y de tan grave mal nunca se había repuesto. Ahora su cuerpo se unirá al de ellos en el cementerio de Vellisca donde será enterrada, y su alma limpia ascenderá de la mano de Dios hasta el cielo que su vida abnegada merece. Mis hijos se han quedado sin la presencia de quien consideraban una más de sus tías y en mi familia siempre estará presente la muy querida Isabelita Ramírez que tenía la admirable Solera de su padre. Su esposo, sus hijos y su nieto no necesitan que les de el pésame, porque saben bien cuánto duele en mi casa tener que dar este adiós a quien con nosotros compartió ilusiones, proyectos, viajes, alegrías y duelos.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4931

No hay comentarios: