viernes 21 de noviembre de 2008
Queremos créditos al 3,3
Pablo Sebastián
La subasta de los 5.000 millones que el Gobierno ha puesto a disposición de bancos y cajas de ahorros, mediante la compra de activos, para favorecer la liquidez de las entidades y el crédito a los clientes se ha quedado a mitad de la oferta de manera sorprendente, porque o bien no hace falta el dinero, que se ha ofrecido en intereses de recompra del 3,3 por ciento de media -todo un chollo, si se compara a como está el crédito para empresas y particulares-, o bien porque los aspirante temen ser estigmatizados como entidades que tienen problemas -a pesar del secreto oficial que envuelve la subasta-, al tiempo que esta iniciativa provoca el malestar de los bancos y cajas que no concurren a la oferta estatal y que denuncian la iniciativa como dañina para la libre competencia. Lo que, en definitiva, nos lleva a la conclusión de que estas ayudas del Gobierno no han sido bien planteadas.
Ha hecho muy bien La Caixa en acudir a la subasta de venta de activos -al margen de que no haya accedido a los fondos- al Estado mediante fondos creados para facilitar liquidez a entidades financieras, y nos parece todavía mejor que lo haya reconocido públicamente a favor de una transparencia que ni el Gobierno ni la oposición habían aceptado sobre unas ayudas que parten de los fondos públicos, que pertenecen al conjunto de los españoles, sin esperar la moratoria de los cuatro meses que acordó el Ejecutivo y que en ningún caso se cumplirá, porque en este país todo se sabe y el secreto revelado puede provocar más sospechas que la realidad.
Sobre todo porque recibir créditos o fondos -sobre activos- del Estado al 3,3 por ciento de interés (de media) por dos años es una excelente operación financiera en la actual situación de falta general de liquidez, y cuando los créditos a empresas y particulares están -si te los dan- a más del doble de estas gangas crediticias del Estado, que ya las quisieran para sí miles de empresarios y millones de familias. Y no es, ni mucho menos, un desdoro, en actuales circunstancias, acogerse a estas oportunidades que, por otra parte y como muy bien dijo el presidente de BBVA, Francisco González, pueden dañar, si sólo benefician a unos, la libre competencia entre bancos y cajas de ahorro que reciban las ayudas y lo que no las soliciten.
De manera que chapeau a Isidre Fainé y a su equipo de gestión, por más que se hagan lecturas de todo tipo sobre la situación financiera de La Caixa, que, por lo demás, es una de las primeras y sólidas entidades españolas. Y que compite no sólo en el territorio financiero español sino internacional, donde otras entidades de la Unión Europea también reciben ayudas de sus respectivos gobiernos. Lo que anuncia -a la vista de la extraña experiencia por falta de postuladores en la subasta- que en las próximas convocatorias para acceder a estos créditos habrá una mayor concurrencia porque ante esos intereses parece sorprendente que alguien quiera perder la oportunidad de mejorar su estado de liquidez, por encima de los comentarios que puedan surgir a su alrededor, lo que nos lleva al artículo de Mariano José de Larra de "ande yo caliente y ríase la gente".
Sin embargo, y al margen de lo que concierne al sistema financiero español, que no es ni invulnerable ni el mejor del mundo como dice Zapatero, lo que preocupa en este momento en el que muchas empresas ya están anunciando suspensiones de pago en cadena, mientras se conocen despedidos masivos, es cómo y en qué condiciones van a llegar los créditos a empresarios y a particulares, que seguramente estarían dispuestos a ofrecer sus activos, al igual que las entidades financieras, sin que nadie, desde ahora, les ofrezca la oportunidad de acceso a ese dinero público que llega a los bancos y cajas. Y que, al día de hoy, nadie está en condiciones de garantizar que repartan en beneficio de la economía productiva y familiar, que son los paganos más directos de esta crisis financiera y económica que nos invade.
Una crisis en la que el Gobierno está haciendo alarde de una sospechosa discrecionalidad y favoritismo a favor de sus empresarios afines o amigos, como los que financian los medios de comunicación allegados al PSOE, lo que debería alertar y poner en marcha a la oposición, a ver si, como está ocurriendo en el campo energético, vamos a asistir a unos cambalaches e intrigas políticas según las cuales los banqueros y empresarios amigos de Zapatero -los "visitadores de la Moncloa", de los que tanto se ha escrito- son los únicos que van a disfrutar del salvavidas del Gobierno con dinero de todos los españoles. De ahí la importancia de la transparencia de todas las decisiones que afecten a fondos del Estado, y no cuatro meses después sino en el día y hora en el que se reciben las ayudas. Para que sepamos la verdad en su momento procesal.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/55474.asp
jueves, noviembre 20, 2008
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