El País de las Maravillas
IGNACIO CAMACHO
Viernes, 21-11-08
UNA empresa-submarino rusa quiere asaltar el control de la principal petrolera española, comprando el voluminoso paquete accionarial que posee la constructora a la que el presidente Zapatero trató también -en vano, por fortuna- de introducir en el segundo banco nacional. La Unión Europea ha recortado en proporción apreciable las ayudas de la Política Agraria Común, que sostienen la vida en el mundo rural. Las cajas de ahorros revelan un peligroso índice de morosidad creciente, con una fuerte deuda inmobiliaria. Las grandes entidades financieras se desploman en Bolsa mientras renuncian a acudir a la subasta del Fondo de Adquisición de Activos para evitar que se relacione su marca con presuntos problemas de solvencia. El déficit público apunta ya por encima del tres por ciento del Producto Interior Bruto. Y el gobernador del Banco de España advierte de la inminencia de una recesión larga, dura y con un porcentaje alarmante de desempleo.
Pues bien, de manera simultánea al conocimiento de todos estos hechos, en la Mesa del Congreso de los Diputados tiene lugar un debate estrella sobre la colocación de una placa en homenaje a la que se diría peligrosa activista Margarita Vidal, conocida con el alias de Maravillas de Jesús, en realidad una religiosa carmelita elevada por el Papa a rango de santa que vivió en las actuales dependencias de la Cámara. En medio de un intenso fragor ideológico, las fuerzas políticas se enzarzan en una agria polémica sobre la laicidad y la confesionalización del Estado. Los grupos de la izquierda se movilizan en bloque para impedir el «nefasto precedente» que supondría evocar la memoria de una monja en un país donde algunas calles reciben nombres de terroristas. Finalmente, la iniciativa sufre el rechazo de la indignada mayoría, dispuesta a frenar la «inadmisible provocación» de lo que consideran un rancio sabotaje de la derecha clerical, torpemente consentido por el propio José Bono, quien en un corrillo resume la actitud de sus compañeros de partido afirmando sin cortarse que son «unos hijos de puta».
Otrosí, un diputado nacionalista vasco se ve obligado a alzar una protesta por la colocación de los retratos de los antiguos presidentes de las Cortes, cuya aleatoria secuencia ha situado frente a su despacho la efigie satisfecha de un antiguo prócer franquista. El hombre parece sentir una incomodísima desazón ante tan inquietante vecindad, a la que atribuye una intencionalidad malévola fronteriza con el mobbing político.
Estos son hechos objetivos profusamente publicados en los medios de comunicación. Como, según la mentalidad dominante en nuestra dirigencia pública, constituiría sin duda un planteamiento demagógico y una falacia torticera sugerir que la agenda oficial está colapsada por minucias prescindibles mientras el bienestar del país y su cohesión social se despeñan por un agujero negro, sólo cabe formularse una pregunta retórica: ¿es o no es éste el auténtico país de las maravillas? ¿Es o no es ésta la clase dirigente que nos merecemos?
Que tengan ustedes un buen día.
http://www.abc.es/20081121/opinion-firmas/pais-maravillas-20081121.html
jueves, noviembre 20, 2008
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