miércoles, noviembre 19, 2008

Las cuentas de la lechera

Las cuentas de la lechera

Jueves, 20-11-08
AUNQUE unas horas después procurase matizar algunos aspectos de su intervención, Miguel Ángel Fernández Ordóñez puso ayer de relieve en el Senado los graves defectos del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2009. Afirmó con razón el gobernador del Banco de España que las previsiones macroeconómicas están ya desfasadas, al tiempo que reclamaba prudencia en el gasto y contención del déficit ante la probabilidad de que la crisis sea larga y profunda. También ayer las autoridades reconocían que la economía española se retrae: según el Instituto Nacional de Estadística, el PIB ha registrado su primera contracción en quince años al caer un 0.2 por ciento entre julio y septiembre. Por su parte, la OCDE pronostica que la caída puede llegar en España al 0.9 por ciento el año próximo, y Economía admite que el déficit podría superar el 3 por ciento. En este contexto, es evidente que las cuentas públicas no se ajustan a las necesidades reales y es fácil percibir que los autores del proyecto, empezando por el vicepresidente Solbes, muestran muy escaso vigor a la hora de defenderlo. Los compromisos partidistas y el deseo de Rodríguez Zapatero de evitar una imagen de debilidad gubernamental son la única explicación de que este proyecto siga su trámite parlamentario con el único objetivo de pasar página cuanto antes.
No es lícito echar la culpa al catastrofismo del PP, ni resultan creíbles las respuestas de Zapatero en el Congreso ante Rajoy con una defensa puramente voluntarista de un texto en el que nadie confía. Fernández Ordóñez preside una institución independiente y su trayectoria personal no coincide, ni mucho menos, con los sectores más críticos de la oposición, lo que tal vez haya pesado en su rectificación a medias sobre los aspectos más críticos de su denuncia. En todo caso, cuando el gobernador afirma que se deben revisar a la baja las perspectivas de crecimiento y que la actual coyuntura puede durar «bastante», transmite una opinión razonable y bien fundada desde el punto de vista técnico, lo mismo que cuando pide «mucho cuidado» con el impacto sobre las primas de riesgo de la deuda pública si todos los Gobiernos acuden a los mercados. Frente a las promesas puramente retóricas sobre política social, es lógico poner énfasis en la necesidad de contener los costes laborales y vincular la competitividad de nuestra economía con una mejora de la productividad, así como con la liberalización de ciertos sectores. Se trata, en definitiva, de una llamada de atención sobre la falsa apariencia de que la «cumbre» de Washington haya sido la panacea de todos los males. La crisis sigue ahí, las cifras de paro se disparan (145.700 empleos destruidos en un año) y, por tanto, resultan ya inservibles unos presupuestos elaborados sin tener en cuenta que han saltado todas las alarmas y que están lastrados por todo tipo de compromisos.
A la vista de la actual correlación de fuerzas, no es descartable que el Senado apruebe un veto al proyecto presupuestario. Más allá de su significado político, este rechazo por parte de la Cámara Alta no tendrá ninguna eficacia práctica, puesto que el PSOE tiene bien atado en el Congreso un acuerdo con PNV y BNG que permitirá su aprobación definitiva en los términos actuales. Tendremos así un mal presupuesto, absolutamente inadecuado para afrontar tiempos de crisis e incapaz de generar la confianza en los agentes económicos y sociales para salir adelante. Si los presupuestos fallan es difícil esperar nada bueno del próximo ejercicio económico. Sin embargo, esto no parece que le importe a un Ejecutivo desbordado por las circunstancias y que pretende ganar tiempo con operaciones de imagen que no conducen a ningún sitio. Los datos conocidos ayer y las advertencias -más allá de los matices- del Banco de España no deberían caer en saco roto, pero el partidismo de unos y el oportunismo de otros van a ser suficientes para superar el previsible veto senatorial. Como casi siempre, todo en política tiene un precio.

http://www.abc.es/20081120/opinion-editorial/cuentas-lechera-20081120.html

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