miércoles, noviembre 19, 2008

Ferrand, Zapaterismo bizantino

Zapaterismo bizantino

M. MARTÍN FERRAND

Jueves, 20-11-08
EN el esplendor del Imperio Romano de Oriente, en la Edad Media, en Bizancio ridiculizaban a los pensadores y oradores de Occidente, y les decían frívolos, por su facundia y verborrea, por sus discursos rebuscados y poco inteligibles. Como la venganza, incluso la poética, es una de las constantes en el péndulo de la Historia, hoy le decimos a la discusión que es bizantina si se refiere al número de ángeles que caben en la cabeza de un alfiler o aborda cualquier otra cuestión de parecida sustancia y mínima trascendencia. Si Teodorico, Anastasio o Justiniano, cualquiera de los sabios del Imperio que arrasaron los turcos, estuviera hoy en activo tendría una referencia para cargarse la razón en el ridículo y significativo caso que apasiona en el Congreso de los Diputados y, a pesar de la que tenemos encima, excita más a los padres de la Patria que los mismísimos Presupuestos Generales o la presencia en Afganistán: Santa Maravillas de Jesús, carmelita descalza.
José Bono, revestido de amable trascendencia, como acostumbra, convocó ayer una reunión urgente de la Mesa del Congreso para desandar el camino recorrido y anular la decisión, tomada hace quince días, de colocar una placa conmemorativa de la Madre Maravillas, que nació, en 1891, en una casa hoy ocupada por las instalaciones de la Cámara Baja en virtud del sentido latifundista y gastador que caracteriza a nuestra democracia y de la tolerancia urbanística tradicional en el Ayuntamiento de Madrid. Esto sí que es bizantino y no lo de la contabilidad angélica. ¿Tanto se aburren nuestros teóricos representantes en el ejercicio de su función parlamentaria?
Si pasamos de la anécdota a la categoría, podremos ver que la constante más eficaz en los usos políticos de José Luis Rodríguez Zapatero, lo que podemos resumir como «zapaterismo», reside en centrar el debate en lo accesorio para evitarlo en lo fundamental. Mientras hablamos de la Madre Maravillas y de su placa conmemorativa, no lo hacemos de otra cosa y eso que sale ganando un Ejecutivo más capacitado para la propaganda y la manipulación de la opinión pública que para las tareas de un Gobierno en tiempos de dificultad grave.
Es el caso de Celestino Corbacho, ministro de Trabajo. Cuando tiene que enfrentarse a una tasa de desempleo que, redondeando, duplica la media de todos los países de la Unión Europea y, ya en el 12 por ciento, avanza hacia el 15 o el 16, organiza una discusión nacional sobre si los prejubilados deben figurar, o no, en las listas del paro. En el peor de los casos, los prejubilados no alcanzan el 1,5 por ciento de los casi 3 millones de parados ya existentes, pero constituyen un buen caso para el zapaterismo bizantino: hablar de lo que interesa para evitar tener que hacerlo de lo que verdaderamente importa.

http://www.abc.es/20081120/opinion-firmas/zapaterismo-bizantino-20081120.html

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