miércoles, noviembre 19, 2008

Pablo Sebastian, Obama, el negro que sirve a los blancos

jueves 20 de noviembre de 2008
Obama, el negro que sirve a los blancos

Pablo Sebastián

Ha dicho el número dos de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, que "Obama es el negro que sirve a los blancos". He aquí la última, o puede que enésima, profecía sobre el enigma del joven presidente negro de Estados Unidos sobre el que no dejan de formularse toda clase de pronósticos, apuestas y cábalas de muy distinto signo y contradictorias la mayoría de ellas. Desde que será "un blandito" o, como poco, el representante del llamado "poder blando" del imperio americano, que es como llaman a los presidentes que ejercieron el poder, dentro y fuera del país, con diplomacia, mano de hierro en guante de seda, como Kennedy y Clinton, a los que pronostican que dará la sorpresa y que, una vez en la Casa Blanca -el hábito hace al monje- se dejará llevar por los poderes fácticos del país y se quitará el complejo de negro progresista luciendo una poderosa mano de hierro en guantelete de acero.

Otros piensan que Barack Obama es un iluminado o un iluso -un Zapatero a la americana, pero con mucha más preparación política-, que renunciará al liderazgo de Estados Unidos en el mundo, buscará el multilateralismo para compartir el poder con sus aliados de la OTAN y la UE, o se encerrará en sus propias fronteras, rehusando el protagonismo internacional que de él se espera por las expectativas y esperanzas levantadas, tras la desastrosa presidencia de Bush. O simplemente que, como decían Palin y McCain en la campaña electoral, Obama es un peligroso "socialista", o un temerario que anunció demasiado pronto la retirada de las tropas americanas de Iraq, y con demasiado entusiasmo el triunfo en la guerra de Afganistán, o la caza y captura del jefe de Al Zawahiri, Osama ben Laden.

Puede que ninguno de todos los adivinos que especulan con la presidencia número cuarenta y cuatro de Estados Unidos acierte. Porque ya da la impresión, a la vista de sus primeros gestos y decisiones, que el presidente Obama actuará con bastante seguridad y templanza ante cada problema o conflicto, según estén o vayan a desarrollarse los acontecimientos. Y tendrá muy en cuenta el sentimiento del pueblo americano y lo que esperen de él, porque su manera de escuchar atentamente es lo que le ha llevado a la Casa Blanca. Y naturalmente será consecuente con la realidad que le toque vivir. Está claro que, por ejemplo, un nuevo y brutal ataque de Al Qaeda contra Estados Unidos, como el que anuncia Al Zawahiri, constituiría un elemento crucial para condicionar la que será su política de defensa y seguridad.

Aunque su respuesta no será, como hizo Bush, la de buscar terroristas con los ejércitos, invadiendo países de los que luego no se puede salir, como ya ocurre en Iraq o Afganistán, sino más sofisticada y más eficaz. Y hablará con todos -con la Cuba de los Castro y la Venezuela de Chávez-, pero sin bajar la guardia y sin perder la autoridad, aunque se espera que en pos de un nuevo tiempo de las relaciones de Washington con América Latina. Y se dejará tutear por Europa, pero poco más y sin hacer dejación del liderazgo y de su condición de comandante en jefe de Occidente. Como tampoco va a dejar que ninguna otra nación, o grupo de naciones, le quite a Estados Unidos la primacía financiera del mundo, a pesar de la crisis actual. Ni se dejará impresionar por las grandes naciones emergentes de Asia, y todo su potencial financiero y comercial.

Además, Obama sabe -su elegante y hasta forzada manera de vestir, y los equipos de posibles ministros muy veteranos y con amplio currículum ya lo prueban- que sus ciudadanos lo van examinar permanentemente con dos raseros que parecen contradictorios pero que pueden ser complementarios: como el presidente de la "clase media" americana -y de los desamparados- de la que tanto habló Barack Obama durante su campaña electoral, y como el líder respetado, firme e indiscutible del mundo que no se arredra ante cualquier desafío.

También a Obama lo van a medir por sus orígenes y por su color, y lo que hace frente al resto de negros americanos y del resto del mundo, o por sus antepasados africanos, su infancia asiática y su apellido musulmán, sobre el que el terrorista Al Zawahiri reprocha su "traición". Para añadir la sentencia del "negro que sirve a los blancos", o que tenía el alma blanca y complejo de negro, luchando permanentemente consigo mismo y frente a todos los demás. La incógnita de Obama, en el difícil mundo y momento en el que le ha tocado presidir el país más poderoso de la tierra, es tan difícil de despejar como apasionante de imaginar. Quizás todo esto sea, a la vista de sus decisiones y actitudes, mucho más fácil y sencillo de lo que en un principio parece. El tiempo nos lo dirá. De momento ya ha hecho historia, dentro y fuera de su país, y eso ya es toda una señal que no debe defraudar.

http://www.estrelladigital.es/ED/diario/55171.asp

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