jueves 27 de noviembre de 2008
Apuntaciones sobre José María Socías
Antonio Castro Villacañas
E L pasado lunes día 3 de este mes de noviembre falleció en su natal ciudad de Barcelona, en el Hospital del Valle de Hebrón, José María Socías Humbert, uno de los muchos amigos y camaradas que desde mis años universitarios tuve la suerte de hacer y mantener en Cataluña hasta que las tramontanas borbónicas de los años 1976-78 ensuciaron los cielos y los suelos, las ciudades y los campos de tan entrañable nación, fundamental componente del Reino de Aragón y de la Patria Hispánica. Los vientos del norte democrático y palaciego esparcieron por toda España nuevas semillas de servicio político y dispersaron otras. Consecuencia de esos vientos fue mi apartamiento de la vida política oficial, en la que durante algún tiempo continuó trabajando Socías. Dejamos por tanto de vernos y hablarnos, entre otras cosas porque él tardó poco tiempo en regresar a su Barcelona natal, a la que yo no he vuelto después de mi jubilación forzosa en el servicio público.
José María Socías nació el 24 de octubre de 1937 en Barcelona. No fue, pues, "un niño de la guerra", sino de la postguerra, y se educó políticamente en el espléndido Frente de Juventudes catalán de los años 40-60 del siglo XX. Estudió Derecho y Administración de Empresas, especializándose en materias de Mercado y Cooperación, lo que le permitió prestar eficaces servicios en la Organización Sindical barcelonesa, en la que llegó a ser vicesecretario de ordenación social, secretario general y finalmente delegado provincial y procurador en Cortes, todo ello a lo largo del periodo 1967-1976 y de la mano de Rodolfo Martín Villa, quien como ministro de la Gobernación del Reino lo nombró Alcalde de Barcelona en diciembre del último año citado.
Dos años estuvo Socias al frente del primer ayuntamiento catalán. Sustituyó en la alcaldía a Joaquín Viola con el objetivo de preparar el terreno para la llegada de la "democracia pura o inorgánica" a una ciudad que con la "orgánica" había conseguido un extraordinario crecimiento en todos los órdenes sociales y económicos. Fue una tarea que realizó de modo satisfactorio para sus mandos y para los partidos que se aprestaban a tomar el poder por medio de las oportunas elecciones municipales. En enero de 1979 cedió la alcaldía a Manuel Font, políticamente indefinido, para que a su vez este se la entregara a Narcís Serra, socialista. Como premio a su labor, José María Socías fue designado senador real. En la Alta Cámara se adscribió al grupo mixto y de este se pasó al de Entesa dels Catalans. No quiso ser de la UCD. Se acercó luego al Partido Socialista de Cataluña, pero -según me parece- no llegó a integrarse en él del todo. De hecho, y salvo que alguien mejor informado me diga lo contrario, tengo para mí que se apartó de la política en la medida que su pasión por el servicio social se lo consentía.
Los barceloneses le recuerdan como un alcalde emprendedor y próximo a los ciudadanos. Junto al arquitecto Juan Antonio Solans pretendió ordenar el caótico y axfisiante urbanismo barcelonés. Iniciativa suya fue crear las primeras zonas verdes de las últimas décadas, el edificar los primeros centros cívicos de la municipalidad, el abrir unas cuantas plazas para alegrar la cerrada vida de otros tantos barrios humildes, y el proyecto para remodelar y transformar el viejo Raval, de tanta significación para Barcelona.
Por haber compartido con él sueños e ilusiones, ambiciones y esperanzas, trabajos y desengaños, cuando me llega la noticia de su muerte no puedo por menos de pensar en cuántas cosas buenas hubiera hecho José María Socías en los últimos treinta años si en España en vez de una tra(ns)ición se hubiera llevado a cabo una transición verdadera... Si en vez de una derecha vergonzante y una izquierda rencorosa hubiera regido España una izquierda nacional y sindicalista.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4932
jueves, noviembre 27, 2008
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