lunes 24 de noviembre de 2008
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Feijóo en la final
Si Feijóo hubiera sido políticamente concebido sin pecado original, su historia sería muy diferente. En ese caso, estaríamos hablando de un líder de aire kennedyano que se encamina con paso firme hacia el poder. Basta con imaginárselo sin los fantasmas de Fraga y Aznar en el armario, y un Gallardón encabezando el PP, para ver en él al gran favorito.
Sin embargo, ha de cargar con culpas heredadas, igual que el género humano es heredero de los errores cometidos por Adán y Eva en el Paraíso. De hecho, el principal argumento que utilizó el bipartito contra él es un pasado en el que tuvo poco que ver. Sin ese lastre, don Alberto llegaría a la recta final con una ventaja notable.
Los pecados de sus mayores hacen que Feijóo corra el riesgo de engrosar la lista de dirigentes populares frustrados en lo mejor de sus biografías, por culpa de circunstancias ajenas. Es el caso de Josep Piqué en la política autonómica, o el de Rodrigo Rato en la nacional; y puede ser también el del alcalde de Madrid, si la agonía de Rajoy se prolonga demasiado tiempo.
El problema, en suma, es que el ya proclamado candidato a la presidencia de la Xunta está obligado a luchar contra los de enfrente y los de atrás. Es la misma situación en la que habría estado Barack Obama si, en vez de ser Bush republicano, fuese demócrata. La frescura del afroamericano estaría lastrada por su parentesco con una etapa que la gente quiere olvidar.
Tiene por tanto don Alberto un pecado original prestado, y a pesar de ello no llega al epílogo derrotado de antemano. Nadie lo hubiese dicho cuando se inició la competición. Los pronósticos apuntaban entonces a un PP gallego que se hundiría en el desánimo, con un electorado desertor y tal vez alguna intentona secesionista. Poco se esperaba de un liderazgo de Feijóo que acabaría encallando en la pugna de boinas y birretes, y ensombrecido por Touriño.
Nada de eso sucedió. Incluso haciéndole caso a las encuestas restauradas (hablar de mero maquillaje es ridículo) con las que se quiere alegrar la vida del presidente, queda claro el éxito del jefe de los populares. Con una derecha privada de resortes en Madrid, Santiago, los municipios y parte de las provincias, los socialistas no logran un avance sustancial. Por fuerza hay que explicar este hecho como una demostración de la capacidad de resistencia del PP.
Un síntoma adicional es el esfuerzo del presidente por hacerse omnipresente y presentar planes casi a diario. Recuerda al afán del estudiante que quiere aprobar, trasnochando en la víspera del examen. Las prisas de ahora constatan que la gestión de estos años no ha sido suficiente para acabar con la primacía de los pepés.
Ninguno de los negros augurios que pesaban sobre Feijóo se cumple. Además de renovar la organización e ir difuminando los restos del estilo fraguista, don Alberto logra algo muy difícil: convertir un partido habituado a residir en el poder en una organización que aguanta a la intemperie. Sólo con eso, merece ser llamado también por alguna universidad norteamericana (no tiene por qué ser la de Georgetown), a impartir cursos de resistencia estratégica.
Su hándicap es el pecado original. Fraga, Aznar, Rajoy, la tensión entre el futuro, el presente y el pasado, entre Santiago y Madrid, obligan a Feijóo a luchar contra sus propios elementos. Solo, sin Eva ni Adán en el partido, podría ser el favorito. Mal acompañado, tiene ante sí una misión no imposible, pero sí muy dificil.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1077&idNoticiaOpinion=368101
domingo, noviembre 23, 2008
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