viernes, noviembre 21, 2008

German Yanke, ¿Quien es Cospedal?

¿Quién es Cospedal?

GERMÁN YANKE

Viernes, 21-11-08
Giuliano Ferrara, con su gracejo habitual, decía de no recuerdo ahora qué político italiano que no le conocía «pero le conozco» por sus ideas, su estilo y lo que decían de él sus amigos y sus enemigos. Me ocurre lo mismo con María Dolores de Cospedal, a la que no conozco pero conozco por lo que dice y hace y por lo que dicen de ella, sobre todo sus enemigos, a los que sí conozco. ¿Y qué dicen? En primer lugar, que cómo va a controlar una organización tan nutrida y compleja «una persona recién llegada al partido». Lo de la inexperiencia es un tópico de las batallas políticas. Martin Amis, con su estilo corrosivo, cuenta que cuando los líderes de la derecha religiosa norteamericana, que habían apoyado a Reagan, comenzaron a criticarle por no seguir sus dictados desde la Casa Blanca, le acusaban de rodearse, por pragmatismo, de gente sin experiencia, aunque lo que querían decir es que sólo ellos tenían la experiencia necesaria.
Pero Cospedal, además de sus oposiciones y su carrera en la Administración, dentro y fuera de España, fue durante toda la última legislatura de Aznar subsecretaria de Administraciones Públicas y de Interior bajo las órdenes directas de Ángel Acebes, defensor de las esencias y, después, consejera del Gobierno de Esperanza Aguirre, defensora de los principios, y candidata en Castilla-La Mancha cuando el secretario general del PP era Acebes, que es el mismo de antes. Para los francotiradores que ahora la acosan, y que paradójicamente están en el entorno de sus antiguos mentores, había que aprovechar entonces sus conocimientos y su dilatada experiencia, que es la que juzgan que ahora falta porque, en realidad, como diría Amis, creen que la única válida es la suya, aunque se hayan pasado la vida haciendo el ridículo con soberanos tropezones.
Dicen también que no controla el partido, algo que, de ser cierto, debería satisfacer a sus agazapados enemigos, que lo que quieren es desmandarlo. Pero en este punto añaden dos consideraciones de distinto signo. La primera, que no hay modo de compatibilizar la secretaria general con la presidencia del PP en Castilla-La Mancha. Como no hay razón estatutaria para impedírselo, lo que se plantea debe ser una cuestión de tiempo y dedicación aunque dos de sus antecesores, Cascos y Arenas compatibilizaron el cargo con otros, entre ellos ser vicepresidentes del Gobierno, aunque quizá esto no llevaba tanto tiempo como lo de Castilla-La Mancha.
Y la segunda tiene más calado político porque sus adversarios internos, que lo son de Rajoy, argumentan que el propio sistema autonómico y, en concreto, las recientes reformas de algunos estatutos debilitan, reforzando los poderes regionales, la dirección y el liderazgo, que ya consideran débil, de la dirección central del partido.
Tiene calado político pero resulta paradójico porque no era Cospedal secretaria general cuando se aprobaron con el voto de los que hoy se lo reprochan y porque, en definitiva, ella, que no puede sino actuar en el sistema que tenemos, cuenta, como Rajoy, con el apoyo de los dirigentes regionales que a sus críticos les falta, aunque vayan por ahí buscando recursos para subvencionar a los «señores» provinciales en contra de los «barones» regionales. Esto es como lo de la experiencia, que hay que respetar la autonomía de Madrid, pero hacerlo con la de Murcia o Valencia es un desdoro y un síntoma de falta de liderazgo, cuando el liderazgo, como el consenso para el Gobierno, se traduce por «dame la razón o te atizo».
Pero aún hay más. También he leído, para demostrar el relativismo y la perniciosa adecuación del PP al escenario, que mujeres como Cospedal o Sáenz de Santamaría están donde están porque, además de sus méritos, son «modernas»: una soltera y con un hijo, al parecer, gracias a técnicas de reproducción asistida, otra casada por lo civil y sin hijos. No interpreto, cito. Este punto de vista es interesante, no porque nos revele aspectos de la vida de Cospedal, que me importan una higa, sino porque explica, por su contrario, su posición en el conservadurismo.
Como decía un conservador más inteligente que sus adversarios—los de Cospedal— el gobierno conservador no se basa en la religión ni en la filosofía, sino en el ritual de la política, es decir, en el logro de una acción pública ordenada y limitada, no es la búsqueda de una verdad (la de los que peroran) ni de una perfección (la que creen tener los que peroran). Si, además, la secretaria general del PP calla ante tanta verborrea, demuestra una silenciosa ironía, que tampoco está nada mal.

http://www.abc.es/20081121/opinion-firmas/quien-cospedal-20081121.html

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