lunes 3 de septiembre de 2007
Comienza el espectáculo Pablo Sebastián
Ya están todos aquí, arriba el telón, se abre el curso político, mediático y económico social, con un subidón de las pensiones y 30 días de paternidad, el último regalo de Zapatero que tira de los Presupuestos del Estado con pólvora de Rey, porque si pierde las elecciones no tendrá que cumplir, y si las gana, Dios o Solbes dirán si todo eso que promete se puede cumplir en un tiempo en el que las vacas flacas empiezan a mugir, con la hipotecas por las nubes y los salarios por los suelos, que ésa es la cuestión. El presidente está cada vez peor, medio escondido, aunque reapareció en León con un extraño baile de San Vito al ritmo de La Internacional, siguiendo esa manía que impuso Aznar de arrancar el otoño político en un pueblo castellano, aunque el del PP lo hacía en Quintos de Mora jugando al dominó, otro de los deportes de Fraga, que ha vuelto a tronar diciéndole a Rajoy que se deje de coñas y que vaya preparando la sucesión.
La sucesión de Rajoy ha sido la serpiente multicolor del verano del PP, y la serpiente de ETA el tormento del Gobierno y del PSOE, adornada con la crisis de Navarra y la fuga de Rosa Díez hacia ese extraño partido que está empeñado en lanzar Savater. Ese aficionado al Turf que ha cambiado ya demasiadas veces de caballo (Batasuna, Carrillo, PSOE, Basta Ya) siempre que él, claro está, sea el protagonista, porque su ambición personal es de todo punto insaciable. Un nuevo partido, como el de Ciutadans, para nada o para poco, porque mientras nadie levante la bandera de una verdadera reforma democrática, para enterrar la Transición, todo lo demás serán cosas de andar por casa. Ciutadans era sólo un partido por la defensa del idioma español en Cataluña, y los de Basta Ya un partido contra Batasuna, y poco más, y sin liderazgo político nacional.
Y eso que el centro político español se ha ensanchado en los últimos años de manera excepcional y es mucho más grande que cuando Suárez con el CDS lo intentó dos veces, y la segunda contra el PRD de Roca, Garrigues y Florentino, cuando aún respiraba la UCD, crecía el PSOE y además daba sus primeros saltos hacia adelante Alianza Popular. Ahora el gauchismo pro nacionalista de Zapatero y el absentismo catolicón de Rajoy han dejado una enorme franja en el centro, que no van a rellenar a nivel nacional ni Díez ni Savater. Y que es la gran tentación de Gallardón —como lo ha sido siempre de Bono—, a sabiendas el alcalde y el manchego que ninguno de los dos son bien queridos y recibidos, respectivamente, en la dirección del PP y en el diario El Mundo y la COPE, Gallardón; y en la dirección del PSOE y en el diario El País y la SER, Bono.
Pero el centro está ahí, como derrumbado está el templo de la legislatura de Zapatero —¿”he sido yo”?, se pregunta asombrado su promotor y destructor— que no da crédito al desmadre que ha organizado en la legislatura, en la que lo único que le ha salido bien ha sido Rajoy. Es decir, la desidia y falta de bemoles y de capacidad de decidir del líder del PP, de montar un equipo como se merece su partido y la ocasión nacional facilitada por Zapatero. Lo que hace que, a lo largo de estos tres largos años, los españoles que aún están interesados por la política hayan sido víctimas de un sentimiento de orfandad. De ahí el crecimiento de los votos en blanco y de la abstención, y el ¡que voten ellos!
Y de ahí también la creciente influencia de ciertos medios de comunicación en los partidos políticos de su cuerda, ocupando el vacío que les dejan los profesionales del poder, tapando sus vergüenzas o haciendo la oposición de la oposición, como hacen en El País, o de oposición al Gobierno —pero sin tocarle un pelo a Zapatero y De la Vega— como hace El Mundo, llegando a suplantar al PP en el Congreso de los Diputados, por la vía de Zaplana, lo que, consentido por Rajoy, ha sido en esta legislatura toda una novedad.
Ahora ya estamos en campaña electoral, haya o no adelanto electoral. Se ha levantado el telón del curso otoño/invierno y todo se hará y dirá en claves de votos a captar. El Gobierno con la mirada —asustada— puesta en el devenir criminal de ETA, esperando la sentencia del 11M y la crisis del PP, y los de Rajoy esperando un milagro que reactive a su líder y que le permita tomar decisiones, y cambiar a dirigentes que más que hacia adelante obligan a los españoles a mirar hacia atrás. A sabiendas en el PP que en el PSOE cuecen habas por Navarra y por doquier, como en el PNV, CiU, IU y Esquerra, por lo que, en crisis internas, nadie puede tirar la primera piedra. Aunque de lo que se trata es de la crisis nacional de proyecto, identidad y de capacidad de adelantarse a lo que se avecina en el ámbito económico y social. Porque en el campo de la política nada nuevo se puede esperar.
lunes, septiembre 03, 2007
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