martes, septiembre 25, 2007

Pablo Sebastian, Adolfo Suarez

miercoles 26 de septiembre de 2007
Adolfo Suárez Pablo Sebastián

El ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez ha cumplido setenta y cinco años, mientras sufre una penosa enfermedad que le mantiene ajeno a cuanto ocurre a su alrededor, a pesar de los esfuerzos de los médicos y del cariño y cuidado de sus familiares. Pero los españoles, a medida que pasa el tiempo, sí son conscientes de la ingente obra política de Suárez, como el líder de la difícil y exitosa transición democrática española tras la muerte del dictador, y de su arrojo personal y político en momentos decisivos en la Historia de España, como ocurrió durante el golpe de Estado del 23F.
Adolfo Suárez figura con todos los honores y de una manera indiscutible en la Historia de España, y su ejemplo como político audaz y como persona entrañable perdurará en el tiempo, como cabe esperar que perdure su obra, sobre todo en lo que ha supuesto para el reencuentro y la convivencia de los españoles, que en los últimos años se ha visto deteriorada por falta de una visión de Estado y de la Historia de España del presidente Zapatero. Así como por los errores y los abusos de los dos jefes de Gobierno que le sucedieron y que no han estado, en muchos y distintos casos, a la altura de las circunstancias y del cargo que han ocupado.
Los últimos acontecimientos que hemos vivido en la presente legislatura dan fe del deterioro de la convivencia ciudadana, por causa de la ligereza y temeridad del presidente Zapatero que ha jugado con el fuego de la unidad y cohesión territorial de España, dando alas a un nacionalismo exaltado y confederal al que ahora no controla, y que pretende poner en tela de juicio el modelo territorial del Estado, desenterrando, con la ayuda del PSOE, los fantasmas de la Guerra Civil.
Tampoco Felipe González o José María Aznar —Leopoldo Calvo Sotelo estuvo muy poco tiempo al frente de la presidencia del Gobierno— se puede decir que hayan estado a la altura de las circunstancias, porque su obligación principal mereció ser la profundización y democratización del modelo de la política española, esencialmente partitocrático, camino de una democracia moderna, representativa y con separación de poderes del Estado, que sigue siendo la gran asignatura pendiente de España.
Lo pudo haber hecho Felipe González a lo largo de sus catorce años de gobierno y disfrutando de una muy cómoda mayoría absoluta, pero el ex presidente y ex líder del PSOE no sólo no avanzó hacia la democracia sino que abusó de la acumulación de poderes que permite el vigente sistema político español, facilitando el camino de la corrupción que se extendió por su partido y numerosas instituciones del Estado. Y no digamos en relación con su responsabilidad política y puede que penal en los horribles crímenes de los GAL, por los que fueron condenados miembros y altos cargos de sus gobiernos.
Tampoco José María Aznar quiso avanzar hacia la democracia, sino más bien hacia el autoritarismo, dándole la espalda a Europa y a los españoles para implicar a nuestro país en la mentirosa guerra de Iraq y destapando un rancio nacionalismo español que, en contra de lo que pretendía, facilitó el renacer de los nacionalismos periféricos radicalizados e intransigentes.
Naturalmente, en el haber de González y Aznar hay muchas cosas positivas en la modernización de España, inserción en Europa y renacer económico, entre otras, pero el balance de ambos queda pequeño si lo comparamos con la ingente herencia política de Adolfo Suárez, a quien los españoles deben un gran homenaje y el mayor reconocimiento. Aunque sólo fuera por aquel sublime momento —que alguien debería inmortalizar algún día en bronce en el Congreso de los Diputados— en el que el entonces presidente Suárez se enfrentó al golpista Tejero defendiendo —en compañía del teniente general Gutiérrez Mellado, y mientras Santiago Carrillo aguantaba sentado en su escaño— la dignidad del Gobierno, de la Cámara y de todos los españoles, frente a los golpistas que pretendieron destruir la incipiente democracia y nuestra libertad.

No hay comentarios: