viernes, septiembre 07, 2007

Manuel Portela Peñas, La crisis financiera

La crisis financiera
07.09.2007 -
MANUEL PORTELA PEÑAS

De repente, los agentes económicos de los países de la OCDE se han encontrado con que, en vez del panorama confortable que ofrecían las últimas predicciones del FMI que confirmaban la continuación de ritmos de crecimiento para la economía mundial cercanos al 5%, observan una enorme inquietud en los valores de las empresas cotizadas y una sensación extendida de inseguridad difundida por los medios de comunicación. Además han podido contrastar en su vida cotidiana un enrarecimiento claro en el acceso al crédito bancario, e incluso, una falta de definición a la hora de buscar financiación a corto plazo. Y eso que la Prensa venía divulgando un día sí y otro no que los bancos centrales estaban inyectando en el sistema unas gigantescas cantidades de dinero para evitar ese 'colapso financiero' que observaban en su vida cotidiana. Para los agentes resultaba muy extraño que el sistema crediticio se estuviera colapsando sin que hubiera aparecido ningún hecho de relieve que hubiera producido un aumento en la 'prima de riesgo'. Además, el mundo carecía de inflación visible, al menos la medida por el IPC. Para asombro de los analistas, una crisis larvada ha estallado debajo de la estructura económica conocida, lo cual ha ocasionado el descrédito absoluto de las agencias de 'rating', que son empresas que al cobrar de los emisores podrían haber incurrido en un conflicto de intereses.Esta crisis financiera es básicamente el producto de una crisis de confianza en que los bancos centrales del G-7 dispongan de instrumental adecuado para gestionar el colapso, más profundo que el anterior; una crisis de liquidez derivada de la imposibilidad de establecer precios, por falta de cruce de demanda y oferta, en los sofisticados instrumentos financieros que han utilizado el apalancamiento tomando como base los créditos hipotecarios concedidos en EE UU a personas con bajo crédito. Se trata de los famosos 'collateralized debt obligations' (CDO). El desconocimiento del alcance de a quiénes afectaba esa crisis de liquidez -si a la banca, si a las compañías de seguros, si a los fondos de inversión, si a los planes de pensiones- es lo que ha inundado de crisis global a todo el sistema. Nadie quiere quedarse con 'el muerto', con valores que no es que no valgan nada, sino que no se sabe cuánto valen. Es decir, que esta crisis financiera está demostrando que en ella existen variados niveles de conocimiento de la realidad y por lo tanto variados niveles de responsabilidad en la gestión de la misma y, por ahora, nadie parece haber dado la cara, llevando más confusión todavía a los agentes económicos. La enorme volatilidad observada en la Bolsa se debe a que la mayoría de los expertos dan ya por hecho que la economía norteamericana volverá a desacelerarse en los próximos meses. Es una probabilidad que se conocerá cuando el FMI y el resto de organismos económicos internacionales hagan públicas sus 'previsiones económicas de otoño'. La volatilidad sería el efecto de la pugna entre los que creen que la FED va a bajar los tipos de interés y los que piensan que esta inminente recesión es inmune a la política monetaria. Es decir, que el instrumental de los bancos centrales no es subir los tipos para atajar una inflación inexistente, sino bajar los tipos de interés, o mirado desde otro punto de vista, 'inundar los mercados de liquidez'. El presidente de la Reserva Federal estadounidense no va a poder defraudar a los mercados, porque Bush tiene un calendario electoral que le ha convertido en un 'patito cojo' con los demócratas controlando el Congreso y en el Senado. Bernanke no podrá defraudar a los mercados, aunque sea a costa de estimular el 'riesgo moral', ese principio por el cual los prestamistas y los inversores aumentan el riesgo si cuentan con que siempre habrá alguien por detrás que impida alcanzar por encima de un cierto nivel de pérdidas. La Historia está plagada de crisis financieras, en las que han abundado las soluciones de tipo 'riesgo moral': existen los precedentes de Argentina, o también de Hong Kong, hasta llegar a lo que acaba de suceder en EE UU.Bernanke no puede bajar los tipos de interés sin considerar que el BCE también va a tener que hacer lo mismo, unidos como están el uno con el otro mediante el vínculo de la cotización del dólar respecto del euro. El euro se ha apreciado en exceso porque Bernanke ha tenido un 'comportamiento benigno' ante la decidida actuación devaluatoria del dólar por parte del Tesoro norteamericano. Pero son muchos los que creen que no es el momento de bajar los tipos de interés, porque ahora una relajación de la política monetaria pasaría desapercibida ante el peso de la crisis de confianza. Como no se sabe qué hacer para aumentar la confianza, se reclama que bajen los tipos de interés. Tanto la FED como el BCE carecen de excusas para no bajar ahora los tipos: la inflación ya no es el problema de la UE, mientras que la deflación es un problema en los EE UU.

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