martes, septiembre 04, 2007

Lorenzo Contreras, "Ecce Homo"

miercoles 5 de septiembre de 2007
‘Ecce Homo’ Lorenzo Contreras

Suele decirse que hay amores que matan. También se podría decir que hay abrazos que asfixian, como hay consejos que asesinan. Y ya en esta línea podría sostenerse que hay partidarios que ahorcan. A Mariano Rajoy lo están llevando al patíbulo de la derrota electoral quienes más deberían estar por la labor de preparar su victoria, por difícil que ésta sea o precisamente por ello. Se trataría, en buena ley, de intentar la mejora de su imagen, maquillar sus imperfecciones y destacar sus virtudes. Pero no. A Rajoy lo están crucificando sus correligionarios más cercanos. Ahora le han sacado a relucir una encuesta que debería haber sido para consumo interno, una encuesta que le sitúa en la carrera sin posibilidades de obtener ni medalla de bronce. Ochocientos partidarios encuestados por un diario que se dice conservador, y seguramente lo es, acaban de ver reflejada en esas páginas los defectos de la fisonomía de un presunto candidato suyo, de su cuerda, precisamente llamado Mariano Rajoy, según la cual ni siquiera merecería ponerse en carrera porque mejores que él hay en la vanguardia del partido por lo menos cinco nombres. O sea, han dibujado a la perfección la estampa del derrotado. A eso se llama trabajar pro domo sua, pero al revés.
El zapaterismo, que hasta el momento veía crecer a sus propios enanos, encuentra en su circo robustos atletas de buena talla. Y se los alimenta y vitamina el adversario. No está mal. El adversario es tan deportivo que medio anuncia su propia derrota con el mejor de los espíritus. Diríase que hace todo lo posible para dotarse de un inmejorable plantel de enanos.
En la actualidad, si Rajoy no renuncia a la carrera, unos supuestos candidatos mejores que él sufrirán las consecuencias de una miope selección. Y el público que debería cubrir y proteger con su aplauso al candidato equivocado, pero inevitable, ha empezado a silbarle de antemano, no para sustituirle, que ya no da tiempo hasta marzo, sino para sacrificarle en provecho del enemigo exterior. Lo que se dice para comerle la moral. Así da gusto. Como figuraba en los cuarteles del franquismo, todo por la patria.
No hay peor enemigo que otro competidor de tu propio partido. Esa máxima puede entenderse como lógica cuando la meta por alcanzar se encuentra suficientemente lejos y, por tanto, hay plazo para que los rivales internos se sitúen con ventaja para la organización eventualmente aspirante a la victoria de todos. Ahora los socialistas pueden mofarse impunemente cuando valoran la lucha por el “número dos” de la lista electoral ajena como un campeonato de consolación frente al “número uno” que, con la derrota que entre todos le preparan, deje espacio para simples triunfos domésticos. Los “sociatas” han redondeado el viejo lema: “ande yo caliente y que se mate la gente”.
Tal como se perfilan las cosas, a Mariano Rajoy, rodeado de traidores, ya no le va a salvar ni un buen dopaje. El veterano principal, el anciano de la tribu, un tal Manuel Fraga, ha estropeado el clima del vestuario antes de que los competidores salten a la pista. Le ha dicho a Rajoy que ya le tiene preparado, si en su mano queda, un verdadero líder para cuando él, don Mariano, deje de serlo.
Claro que en el pecado suele llevarse la penitencia. Ya se enterarán los enemigos internos de Rajoy de lo que vale un Gallardón. O de lo que vale un Rato… largo. Y lo peor que podría ocurrirle a don Alberto, escorpión solitario en su botella, es que le cayera dentro una escorpiona llamada Esperanza. Podría ser un emocionante espectáculo. Pero nada debe descartarse. Ni siquiera, mientras Fraga se lame lo que deje en herencia, que José María Aznar se reserve alguna baza en esta partida.
Finalmente, en el actual trance, a ver qué convención se inventa Rajoy para no ser el ecce homo previsto.

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