Colaborar con el mal (1)
05.09.2007 -
JUAN BAS j.bas@diario-elcorreo.com
Según un estudio sobre el cerebro, Dios existe. Posee el atributo de la ubicuidad, pero su reino es muy pequeño y sí es de este mundo. Habita en el lóbulo temporal izquierdo de cada cerebro humano, encima de la oreja. Son esas neuronas las encargadas de predisponer a la creencia religiosa. Y cuando esa porción de materia gris sufre alguna alteración patológica o hipertrófica y la tormenta eléctrica de sus sinapsis arrecia, el sujeto en cuestión ve a Dios o sufre -o goza- de furor místico y se arrebata.A mí, cuando era muy joven, en una pelea de bar un 'rockabilly' me sacudió con una botella de 'birra' de tercio de litro justo ahí y debió de atrofiarme para siempre la religiosidad. Ojalá consiguiera igual resultado con la percepción sobre los curas, incluso aunque fuera de nuevo por medio de esa técnica. Me encantaría dejar de ser anticlerical para convertirme en aclerical, y que cuando me preguntaran qué es un cura pusiera la misma cara de ignorancia que si me interrogaran acerca de la alineación de cualquier equipo de fútbol.Pero no consigo librarme de los curas, no me dejan; no me lo permiten con las andanadas que suelta la jerarquía católica española. Me refiero en este caso a la condena de la Conferencia Episcopal respecto a esa nueva asignatura docente y obligatoria: Educación para la Ciudadanía. Antonio Cañizares, el vicepresidente de la Conferencia, ha hecho público que impartir la asignatura es «colaborar con el mal» -después, Ricardo Blázquez, el presidente, se ha desvinculado de esta declaración-. Semejante barbaridad ha sido secundada por el PP -ánimo y a seguir por ahí que se aproximan las elecciones-, la CONCAPA -y con armadura medieval- y otras organizaciones afines.Tal calificación sería indignante e irritaría si no fuera tan ridícula; pero resulta tan rancia, retrógrada y pobre intelectualmente que consigue descomponerse a sí misma y se desvanece.Cómo puede considerarse colaborar con el mal fomentar entre los alumnos valores y normas de educación a secas y de un modo más avanzado enseñarles a que reflexionen sobre los derechos y deberes que conlleva ser un ciudadano de un Estado de Derecho.Objetan que la esfera de la educación pertenece a la familia. Desde luego, pero una asignatura así no lo contradice, lo complementa y en muchos casos paliará una carencia, pues por desgracia son muchas las familias que renuncian a la molestia de educar a sus mostrencos.Estoy harto de que la Iglesia católica española incite a la desobediencia civil contra la legalidad que no les gusta sin que el Estado tome medidas de ostracismo. Colaborar con el mal es otra cosa. En la larga historia de la Iglesia de Roma se encuentran abundantes ejemplos y no todos del pasado remoto.
martes, septiembre 04, 2007
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