martes, septiembre 04, 2007

Jose Javaloyes, De paso para Australia

martes 4 de septiembre de 2007
De paso para Australia José Javaloyes

Camino de Sidney, donde participará a partir de mañana en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, y en el mismo día que la guarnición militar británica en Basora se repliega a una base situada al exterior de la ciudad, el presidente Bush ha puesto pie en Iraq por tercera vez desde que comenzó en el 2004 la guerra.
La poca sostenible seguridad que presenta Bagdad ha determinado que el avión presidencial tomará tierra en la base aérea de Al Asad, en el oeste del país, y el crítico momento político por el que atraviesa la cuestión iraquí parece haber definido la oportunidad de esta visita. Las pocas horas que durará serán suficientes, sin embargo, para recibir de propia mano y de forma anticipada los informes sobre la situación iraquí que habrán de ser presentados la próxima semana en Washington.
El informe que contiene el análisis militar le será presentado por el general David Petraeaus, máximo responsable de las fuerzas de ocupación; y el de contenido político, por el embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker. Mientras la sustancia de lo primero puede estar en los cálculos temporales para el repliegue de las tropas norteamericanas y la transferencia de su función a las fuerzas iraquíes —para lo que la retirada británica de Basora puede suponer algo situado entre el anticipo parcial y el ensayo general—, el memorando del embajador no puede estribar en otra cosa que en la valoración de la capacidad política del actual Gobierno de Basora, con cuyo primer ministro, Nuri al Maliki, se entrevistará también el presidente norteamericano, en un encuentro que no deja de tener lo suyo de morbo luego del supuesto malentendido —sobre las capacidades gestoras del iraquí— habido días atrás entre ambos personajes.
En todo caso, ambas entrevistas con el general y con el embajador, de contenido militar y político respectivamente, parecen estar concebidas para obtener de ellas el mayor rendimiento práctico e inmediato posible, dado que Bush se ha visto asistido, respectivamente, del secretario de Defensa, Robert Gates —además de por el consejero de seguridad nacional Estephen Hadley—, y por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, a la que en su día —cuando ya se cuestionaba la gestión de Donald Rumsfeld— confirió el presidente todas las responsabilidades atinentes a Iraq.
Se mire por donde se mire, no cabe sostener que la brevísima agenda presidencial en este viaje a Mesopotamia haya tenido ningún componente de relleno. Pensar que sobre Iraq pueden decidirse cosas de mayor cuantía en el curso de este mes es cosa que puede parecer razonable. Y la clave, como apunto, puede estar en el movimiento de fuerzas británicas habido en Basora.
Puede estar solo en ello, pero también en la sensible subida de tensión advertida en el vecino Irán, que simultanea el empleo de la muleta y del capote ante las crecientes embestidas de la diplomacia norteamericana, empeñada en que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas abra accesos a represalias contundentes. Sobre todo, después del último anuncio de Teherán de que han cubierto otra cota en su ascenso al dominio crítico del enriquecimiento del uranio.
Cuando camino de Australia el presidente Bush se desvía hacia Iraq y lo hace con la asistencia de poco menos que un Gabinete de crisis, no es descabellado pensar que estemos en vísperas de sucesos mayores por el Oriente Próximo.
jose@javaloyes.net

No hay comentarios: