viernes 7 de septiembre de 2007
Un andaluz, un piso
Soviéticos en la Junta
El buenismo que rodea a la supuesta política asistencial del zapaterismo no es inocuo, porque deja abierto el camino de servidumbre.
Jorge Vilches
La Constitución soviética de 1979 aseguraba, en su artículo 44, que todos los súbditos de aquella dictadura tenían derecho a la vivienda. Por supuesto, el Estado comunista garantizaba su “precio módico” a la vez que ordenaba que los “ciudadanos (sic.) de la URSS deben ser cuidadosos con la vivienda que se les ha proporcionado”. En estas líneas está clara la diferencia entre un súbdito y un hombre libre: el primero tiene derecho a que el Estado le proporcione una vivienda; el segundo a que el Estado establezca las condiciones para que pueda conseguirla.
La Junta de Andalucía ha renunciado a esto último. En lugar de decretar medidas que aseguren el alquiler sin riesgos, o que luchen contra la corrupción urbanística, que encarece los pisos, prefiere proporcionar viviendas. ¿Para qué una sociedad abierta y libre, basada en el progreso, el trabajo y el esfuerzo, cuando se puede tener una población dependiente del poder y de su asistencia social?
Esta es la gran diferencia entre la izquierda y la derecha liberal. El zapaterismo, que es la versión naif de la socialdemocracia, ha recogido la vieja idea de que el mercado es un pozo de maldad. La solución de los socialistas de Zapatero, y lo vamos a ver hasta las elecciones, es corregir el “malvado capitalismo” a través de la promesa de ampliar la asistencia social o inventar nuevos derechos. En este planteamiento, de cumplirse, el individuo deja de depender del mercado para hacerlo del Estado; y en una democracia, del partido en el gobierno. De esta manera, el poder político ata el destino de los individuos a su continuidad, y esto vale su peso en oro en las elecciones.
El buenismo que rodea a la supuesta política asistencial del zapaterismo no es inocuo, porque deja abierto el camino de servidumbre. Despreciada la igualdad de oportunidades, basada en la capacidad, la virtud y la inteligencia, nos queda la igualdad socialista, la de resultados. Y una sociedad que valore más la equiparación material que los derechos individuales, como vieron Tocqueville y Hayek, da sus primeros pasos en la senda totalitaria.
Mientras la derecha de Rajoy propondrá en su programa electoral fórmulas para la reactivación económica, la izquierda de Zapatero lanzara promesas de ampliación de la asistencia social. Frente al mercado, la sociedad civil y los derechos individuales, estará el Estado y el partido del gobierno. Esto ya lo vieron los constituyentes soviéticos cuando afirmaron que los derechos y libertades de los ciudadanos no podían lesionar los intereses de la sociedad y del Estado, unos intereses, claro, definidos por el PCUS.
Es que lo que no es tradición, es plagio.
jueves, septiembre 06, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario