martes, septiembre 04, 2007

Ferrand, La vuelta de Alfonso Guerra

martes 4 de septiembre de 2007
La vuelta de Alfonso Guerra

POR M. MARTÍN FERRAND
ANTES, no sé si ahora mantendrá la afición, Alfonso Guerra hacía puzzles con gran entusiasmo. Gustaba de componer un todo a partir de unos cuantos centenares de piececitas. En lo que respecta a su partido, el juego dominante es el contrario. José Luis Rodríguez Zapatero, gran campeón, tomó una España unida -prendida con alfileres, dicho sea con más rigor- y poco a poco la va descomponiendo en trocitos. Algún día, supongo, descubriremos el encanto y la utilidad de un juego tan raro y destrozón; pero, por el momento, parece darle resultado en el único afán político aparente, la continuidad en La Moncloa.
Zapatero reapareció en Rodiezmo, León, para inaugurar su propio curso político y, si se fisga en las fotografías que retratan el acontecimiento, lo que más llama la atención es la presencia, medio emboscado en las imágenes, de quien fue vicepresidente del Gobierno y secretario de Organización del PSOE. Detrás de unas gafas oscuras, aptas para el sol y el disimulo, el sevillano no pudo renunciar a su genio y proyectó su figura sobre el auditorio. Refiriéndose a Mariano Rajoy acuñó una de sus frases con vocación de mármol: «A ver si le votan los de la Ejecutiva de su propio partido, porque no parece que estén por la labor». No es muy ingenioso, pero hace tiempo que no entrena.
Los dichos de Guerra son para ser tomados en serio. Algunos, pasado el tiempo, resultan sentencias inmutables y ciertas. Dijo en 1980 que «TVE es un medio de desinformación, una máquina donde meten españoles y sacan imbéciles, un pesebre de animalitos». Nada más preciso y actual. El diagnóstico, más de un cuarto de siglo después, sigue siendo certero y no es necesario su retoque ni para ampliarlo ni para disminuirlo. Como su vocación reside en el teatro, domina los movimientos de la escena, la impostación de las palabras y, sobre todo, el momento exacto en que generar los golpes de efecto.
¿Por qué habrá vuelto Guerra -tan díscolo, tan distante- a la primera línea de trincheras? En tiempos de UCD, cuando el centro era una esperanzada realidad entre un socialismo marxista y radical y una derecha fofa y desorientada, Felipe González, en ocasión de gran enfado, profirió una amenaza tremenda: «Como sigan así, les echo al Guerra». No es un alarde de finura ni una expresión de afecto, pero señala la función más eficaz que el entonces presidente reconocía en su segundo.
Guerra vuelve a estar ahí. ¿Para que Zapatero pueda «echárselo» a Rajoy y a los suyos? ¿Tanto ha decaído la cotización de José Blanco, hasta ahora ladrador oficial del zapaterismo? Posiblemente estos meses que nos separan de las próximas elecciones no serán provechosos para el Estado, ni buenos para la Nación, pero parece seguro que en ellos no decaerá el espectáculo.

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