Con la artillería desplegada hasta marzo
Pedro Vicente
6 de septiembre de 2007. Candentes aun los efectos de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, lanzada está, y de qué forma, la cuenta atrás hacia las próximas generales. El indisimulado tono electoralista empleado por Zapatero en la fiesta minera de Rodiezmo dió el pistoletazo de salida de la larga precampaña que nos espera hasta el mes de marzo. Marcada esta prioridad, parece evidente que en estos meses los nuevos gobiernos regionales no van a dedicar tantos esfuerzos a desplegar sus propias políticas como a contribuir a la victoria electoral del partido al que se deben. Si electoralistas se presumen los próximos Presupuestos Generales del Estado -en los que Solbes tendrá que dar cobertura a determinadas medidas propuestas por Caldera- seguramente no andarán a la zaga los posteriores Presupuestos de las diferentes Comunidades Autónomas. Rifirrafe presupuestario Ello explique quizá el cabreo del PP de Castilla y León ante el acuerdo del Consejo de Ministros que obliga a las CC.AA. a presentar superávit en los próximos tres años, una medida que fuerza a reducir drásticamente el endeudamiento justo en pleno recorte de los fondos europeos. Según los populares, la Junta de Castilla y León deberá renunciar en 2008 a un endeudamiento de 140 millones de euros, con la consiguiente pérdida de inversiones por la misma cuantía. Lo que no recuerda el PP es que la supresión del Impuesto de Sucesiones ha supuesto en 2007 una merma de ingresos cifrada en 144 millones. Zapatero ha sido y seguirá siendo el blanco de toda la artillería política del PP de Castilla y León, que acusa al leonés de incumplir sistemáticamente toda la batería de compromisos contraídos con esta Comunidad a su llegada a La Moncloa en 2004. Por su parte, la Junta de Castilla y León tendrá que seguir arrostrando algunas de sus propias herencias, como ha sido el caso de la irredenta plaga de topillos, un verdadero fiasco consecuencia en gran parte de la imprevisión y pasividad del anterior gobierno de Juan Vicente Herrera, quién, aunque muy tímidamente, se ha visto obligado a realizar cierta autocrítica ante la Junta Directiva regional del partido. La plaga de topillos ha puesto de manifiesto, a su vez, la falta de pegada política de la oposición socialista de Castilla y León, que, maltrecha tras su derrota en las pasadas elecciones autonómicas, carecerá de credibilidad para erosionar al gobierno regional mientras no afronte la imprescindible renovación aplazada hasta el próximo año. Esfuerzo baldío Lo insólito del caso es que los ímprobos esfuerzos a realizar por PP y PSOE para mejorar los resultados de las generales de 2003, seguramente no reportarán ningún fruto. Dado el reducido numero de escaños del Congreso en juego (33 en el conjunto de las nueve circunscripciones provinciales), resulta extremadamente improbable que en marzo se modifique la actual correlación. A tenor del resultado de las pasadas elecciones autonómicas, parece cantado que se reproducirán los resultados de 2003. Ni en León ni en Burgos ni en Salamanca, las tres provincias tradicionalmente mas disputadas, soplan vientos de cambio. Todo indica que en León la candidatura socialista que volverá a encabezar el ministro José Antonio Alonso volverá a ser la mas votada, obteniendo por tanto el quinto escaño en disputa. En Salamanca, muy descontado ya el desgaste por el traslado de fondos del Archivo de la Guerra Civil, la previsible victoria del PP sobre la lista que encabece Jesús Caldera no será lo suficientemente abultada como para desnivelar el actual empate a dos escaños. Lo mismo que en Burgos, donde podría irrumpir al frente de la candidatura socialista el Secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, un político de sólida trayectoria en la política regional. Pero donde más comienzan a dejarse notar los movimientos internos en torno a las candidaturas para las generales es en el Partido Popular, en el que esta vez parece inaplazable cierto grado de renovación. Son ya demasiados los diputados y senadores que vienen repitiendo Legislatura tras Legislatura sin que su labor se justifique ni en el propio Parlamento ni en la respectiva circunscripción. Aunque nadie tiene la osadía de postularse públicamente en plan Gallardón, en casi todas las provincias está abierta la pugna soterrada entre los que pretenden aferrarse al escaño y los que aspiran a desalojarlos. Como comentaba hace unos días con sorna el maestro Manuel Alcántara, las listas electorales tendrían que tener el tamaño de las guías telefónicas para poder dar cabida a todos los aspirantes.
jueves, septiembre 06, 2007
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