sábado, diciembre 02, 2006

El asesino viajero

sabado 2 de diciembre de 2006
MATAR EN SERIE
El asesino viajero
Por Francisco Pérez Abellán
La muerte viaja en un poderoso camión que atraviesa Europa. Dentro de la cabina blanca hay una especie de santuario maldito donde el criminal guarda las pruebas de sus crímenes y se solaza con la visión de fotos Polaroid de los cadáveres que él mismo genera. Volker Eckert un alemán de 47 años, nacido en la extinta República Democrática (RDA), camionero de profesión, con rutas habituales que pasan por Alemania, Francia y España, es presuntamente el último de los grandes “asesinos en serie” descubiertos y el primero con tan largo recorrido internacional.
Ha sido detenido en Colonia por una euro orden firmada por un juez de Gerona. Con un poco de suerte será extraditado a nuestro país y juzgado aquí para aviso y lección de todos aquellos que todavía viven al margen de la amenaza que supone esta clase de peligrosos depredadores. Es especialmente letal para el público femenino.
En España, el sospechoso, un tipo de 1,80, delgado como un palo, con la cara afilada como una esquina del Guggenheim de Bilbao, puede haber dado muerte a tres mujeres, una española y dos de la Europa del este. Su procedimiento es siempre el mismo: les sube al camión, les ata las manos a la espalda y las estrangula. Eckert tiene alquilado un apartamento en la lejana ciudad de Hof (Baviera), pero en realidad cumple su existencia en la cabina blanca decorada con un escudo y una bufanda del equipo de fútbol Bayern Munich. El habitáculo también contiene otros fetiches menos inocuos como mechones de cabello, rigurosamente ordenados dentro de bolsitas de plástico después de habérselos cortado a sus víctimas, y fotos en una caja entre las que destaca la de una muñeca hinchable con soga de nudo corredizo al cuello.
La última confesión del detenido es espeluznante: según ha filtrado la policía, afirma que cuando tenía quince años dio muerte por estrangulación a una compañera de juegos y luego la dejó ahorcada de la rama de un árbol. Con tanta limpieza y eficacia que los policías de la falsa república democrática, seguramente más atentos a los no menos falsos delitos políticos que imputaban a los disidentes, estimaron que se trataba de un vulgar suicidio. Así que su historial sumaría por el momento tres muertas en España, dos en Francia y una en Alemania.
Los asesinos en serie, según las estimaciones más respetadas, suelen mostrarse más activos entre los veinte y los treinta y cinco años. Eso supone que Eckert podría tener a sus espaldas todo un siniestro cúmulo de asesinatos maquillados y olvidados como el primero que confiesa. Con total impunidad , de la misma forma que en su día se movieron por España “El Monstruo de Machala” ó Tony King, “El Estrangulador de Holloway”, el “camionero asesino” se desplazaba por las carreteras españolas ejerciendo de cazador de mujeres. En ocasiones se suele descalificar la amenaza que suponen estas figuras delincuentes señalando que suelen matar prostitutas. Aunque esto es cierto desde los tiempos de Jack el Detripador e incluso más antiguo, de cuando “El Sacamantecas de Vitoria”, antecesor del macabro exterminador británico, su potencia letal se dirige contra cualquier mujer: si matan peripatéticas es solo porque resultan objetivos asequibles. Pero cualquier mujer puede ser su víctima.
En el caso del camionero le bastaba parar en el arcén para subir a su tipo de secuestrada predilecta: joven, rubia y delgada. A las profesionales reconocidas solía proponerles juegos sadomasoquistas que incluye atarlas con las manos a las espaldas. Más de una, gracias a los espolones que salen a fuerza de patear carreteras, supo defenderse de la siniestra propuesta y librarse así de acabar fotografiada, desnuda y estrangulada.
Este alemán, que recuerda por la precocidad de sus delitos, al “Vampiro de , fue descubierto gracias a una brillante investigación de los mossos d’esquadra que en sus pesquisas sobre la aparición del cadáver de una mujer búlgara, quizá la última fechoría de Eckert, revisaron las grabaciones de una cámara de seguridad de una empresa cercana. Una de esas cámaras tan discutidas ante el temor de que invadan la intimidad y la propia imagen de los ciudadanos del siglo XXI ya tan atribulados. Pues gracias a que en esta ocasión no amedrentaron a los que buscaban defenderse, las imágenes revelaron un enorme trailer aparcado durante horas –esperando a que se hiciera de noche–, en la proximidad del lugar donde sería abandonado el cuerpo de muñeca rota de la chica. Eso llevó a identificar el camión, la empresa de transportes, que tiene otros 800 vehículos de varios ejes y gran tonelaje, y lo más importante, al individuo que aquel día estaba al volante.
“Menos mal que me habéis cogido. Pensaba entregarme”, cuentan los policías que dijo el presunto culpable. Inmediatamente pensaron que, de creerle, debía llevar algo así como treinta años pensando si debía entregarse. Exactamente desde el momento en que le puso la soga al cuello a aquella tierna niña de catorce años.
Dado que los asesinos en serie son un verdadero “catálogo” de delincuencia andante, puede decirse que, de confirmarse cuanto se teme de este, se parece al “Arropiero” en cuanto a su trashumancia, al “Matamendigos” puesto que mataba “less-dead” o “menos muertos”, gente de la que nadie se ocupa, y a Chimo Ferrándiz ya que desarrollaba un modus operandi muy experimentado con colofón de estrangulador. Su captura debe servir más de alerta que de alivio puesto que esto no ha hecho nada más que empezar.

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