miercoles 20 de diciembre de 2006
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
La solución a un problema
Parece razonable que los alcaldes quieran saber a qué atenerse con la nueva normativa que está preparando la Xunta para proteger el litoral y, en ese sentido, los dirigentes de la Fegamp pidan una reunión con el director general de Urbanismo, Ramón Lueje, a fin de aclarar algunos puntos del documento que les provocan dudas y generan incertidumbre.
Ahora bien, a veces da la impresión de que los representantes municipales juegan a la defensiva y adoptan una pose victimista, cuando precisamente ellos deberían haber sido los primeros en demandar una legislación muy exigente en favor de un urbanismo respetuoso y armonizador del territorio costero gallego. Y ya que esa demanda no ha salido de ellos, al menos no deberían confundir a la opinión pública con gestos y actitudes que pudieran ser interpretados como que la iniciativa tomada por Política Territorial es innecesaria e inoportuna, cuando precisamente lo que la justifica es su necesidad y oportunidad objetivas.
Que hay algunas cuestiones que deben ser aclaradas por las autoridades urbanísticas autonómicas, desde luego. Que la consellería pudo anunciarlo de otra manera, cuidándose de mantener engrasados los canales de comunicación con la Fegamp y el resto de interlocutores afectados, pues también. Pero nada de todo esto invalida la necesidad y oportunidad de una norma que sea lo suficientemente disuasoria del delito como para impedir que el litoral gallego desaparezca como espacio natural y las villas marineras mueran devoradas por un continuo urbano. Un absurdo continuo urbano que cubriría la costa desde Ribadeo hasta Tui y viceversa.
Ese peligro es real, y más irreversiblemente real será cuanto más se tarde en atajarlo. Los municipalistas saben que en Galicia el planeamiento urbano ha brillado por su ausencia hasta fechas recientes, y ponerlo en marcha requiere de todas las artes y habilidades para no quedarse en el intento.
A nadie se le oculta que la mayoría de los problemas que hoy sufren las poblaciones gallegas podrían haberse evitado si la construcción de viviendas y la obra pública se hiciesen con una racionalidad urbanística con criterios de sostenibilidad y acorde con la naturaleza, el paisaje y el buen gusto.
En realidad, ni siquiera se ha hecho urbanismo, sino una extraña ficción que ha arruinado, hasta causar desconsuelo, la estética marítima de las villas y pueblos costeros. Si se piensa en lo que podrían ser y se compara con lo que son, el panorama resulta desmoralizador. Adjetivamente, vergonzoso.
¡Ojo!, éste es el problema, y no una ley protectora del litoral, concebida como instrumento para que las administraciones afronten dicho problema con el propósito de solucionarlo. Pues nada más peligroso y carente del más mínimo sentido común que algunos intentos deleznables de presentar la solución como problema y hacer del problema un mal menor asumible. Quienes políticamente intentan confundir ambas cuestiones son unos auténticos irresponsables.
Durante muchos años, la confusión entre fines y medios ha sido el gran aliado del grave deterioro que ha sufrido el litoral gallego. Insistir en dicho método, es una manera de continuar justificando la desfeita. No es dándole coartadas como se acabará con ella, sino con normas y medidas que le hagan frente.
miércoles, diciembre 20, 2006
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