domingo, diciembre 24, 2006

Scrooge se pasea por España, echando pestes de los belenes

EL ANÁLISISMr.
Scrooge se pasea por España, echando pestes de los belenes
Alfonso Basallo

El personaje más borde de la literatura, el antipático Mr. Scrooge, quiere abolir la Navidad, por alegre, por ruidosa, por políticamente incorrecta. A ello dedica sus esfuerzos.

24 de diciembre de 2006. Avaro, huraño, misántropo, Mr. Scrooge, el personaje del Cuento de Navidad de Dickens ha cambiado estos días el gélido Londres del siglo XIX por la nevada España de 2006. Pero la cantinela del tipo más borde de la literatura es la misma: Hay que acabar con la alegre, bulliciosa, Navidad. No hay nada que celebrar, no hay belenes que poner, ni villancicos que cantar, ni turrones que comer. ¿Por qué habría que hacerlo si la Navidad es un cuento chino? No es más que una reformulación de viejos mitos paganos (las saturnales, las fiestas por el solsticio, la llegada del dios Mitra el 25 de diciembre). Mr. Scrooge se encarna, en la España de 2006, en los abogados que no quieren cruces ni belenes, en directores de colegios que suprimen los festivales de Navidad, en políticos que insisten en no armar ruido, no para no despertar al Niño, sino para no incomodar la sensibilidad de quienes profesan otros credos o incluso de quienes profesan el credo más dogmático y celoso de todos los credos: el laicismo. Vamos a ver, mister Ebenezer Scrooge. Siéntese un momento, tómese una tila y relájese. Vayamos por partes. 1) ¿No le choca a usted que desde hace dos milenios lo único que se celebra, de forma tan rotunda y universal, constantemente, año tras año, en nuestra civilización sea el Nacimiento de Cristo y no el descubrimiento de la penicilina, la caída de la manzana observada por Newton, la abolición de la esclavitud en EEUU o el estreno de la Novena Sinfonía? Y no se puede decir que los grandes descubrimientos científicos, las obras de arte, o las grandes conquistas sociales no signifiquen beneficios evidentes para toda la Humanidad, dignos de recordar forever… 2) Reformulación de mitos paganos: las saturnales, el dios Mitra, la costumbre de los regalos, el Nacimiento como metáfora del ciclo de la naturaleza: muerte y vida. OK. Pero aquí existe una pequeña diferencia: el Nacimiento de Cristo no es un mito sino un Hecho real. Lo mismo que todo lo que ocurrió en los 33 años siguientes: está documentado. Y real ha sido el rumbo que ha tomado la Humanidad en estos dos últimos milenios después (y gracias) a Cristo. Sin El no tendríamos ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos (un invento cristiano), ni la capilla sixtina; ni a Cervantes ni a Dostoyewski; ni los siete sacramentos ni fray Bartolomé de las Casas; ni la Caída del Muro ni la valentía de Tomás Moro; ni la épica de Tolkien, ni el cine de Frank Capra. 3) Además, la Humanidad no llevaría dos mil años brindando y cantando sólo por un acontecimiento puramente humano. O se trata de un acontecimiento religioso o el jolgorio carece de sentido. O hay algo profundo, cósmico, trascendente, que nos sobrepasa o… tiene razón Mr. Scrooge ¿a qué viene tanta felicidad?, que me lo expliquen. O Belén es un Cuento o es una Noticia. Pero es que, tirando por elevación, o existe un hecho sobrenatural o nada tiene sentido: ni la Navidad ni el resto de la existencia. No lo dice (sólo) el Papa, sino sabios no creyentes como Marcello Pera o Jurgen Habermas. Que conste. Hasta Woody Allen llega a formularlo, vía satírica, con la película Match Point: o existe la moral, la distinción entre el Bien y el Mal, y por lo tanto una instancia trascendente, o todo es un amargo y absurdo sinsentido. Y apostilla: si no existe el infierno ¿dónde está Hitler? 4) Quizá lo que le pique a Mr. Scrooge es el ternurismo y la pequeñez (el Niño, los pastores, la gruta, el ruidoso follón). Quizá esperaba ver algo grande, una manifestación extraordinaria, retransmitida a los cinco continentes, vía satélite. Ni el Scrooge de Dickens, ni los Scrooge que lanzan pestes contra los belenes, han comprendido que el cristianismo es una paradoja. Que, como subrayaba Chesterton, el triunfo del cristianismo se forja en la derrota y en el sufrimiento Lo ha sintetizado mejor que yo el periodista Carlos Esteban: ""Soy católico, y no concibo la historia sino como una sucesión de derrotas". Tras el pesimismo aparente de estas palabras de JRR Tolkien se esconde el secreto optimismo cósmico del cristiano que tan gráficamente se representa en la Navidad: "Las más resonantes y recordadas victorias de Dios son siempre derrotas aparentes, como si Dios jugara siempre al escondite con los hombres -y ganara-, o como si cada una de sus proezas fuera un misterioso chiste.". El problema de Mr. Scrooge es que no tiene sentido del humor.

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