domingo 24 de diciembre de 2006
ARTÍCULOS
¿Qué viene ahora?
IMANOL ZUBERO
Parece que hay proceso de paz pero no es más que un engaño de Zapatero, proclama sin cesar Joseba Permach, a quien le toca el papel del enanito Gruñón dentro de la cada vez más liliputiense (políticamente hablando) gerencia batasuna. La verdad, es un lío. La prolongada ausencia de atentados mortales, el robo de las pistolas en Francia y el rebrote de la kale borroka, si bien no cabe decir que apunten en direcciones opuestas (pues el balance entre ausencia de asesinatos y presencia de otras formas de amenaza y chantaje es inconmensurable), dibujan escenarios de muy difícil armonización. En todo caso el reciente encuentro entre enviados del Gobierno y de ETA, desvelado por este diario, confirmado por otros medios y no negado por el portavoz del Gobierno, ha vuelto a dar apariencia de proceso a lo que hasta hace unos días era en opinión de tantos una bomba de tiempo. Nunca mejor dicho. Por cierto, no es verosímil que en ese encuentro no se haya hablado del tema, como señaló Rajoy tras la reunión. No puedo creer que en hora y media de reunión el presidente del Gobierno no hiciera la más mínima referencia a esa primera reunión oficial con ETA, ni que el líder del PP no le pidiera cuentas por ella. Sería, con perdón, como estar reunido con alguien, frente a frente, sin advertirle de que tiene la bragueta abierta. No me lo creo.Y así las cosas, ¿hay proceso o no hay proceso? Me refiero a un proceso desarrollado en los términos fijados por la resolución del Congreso, pues es éste el único proceso de paz posible. No es profecía, sino confianza en la fortaleza democrática de nuestra sociedad: hay decencia democrática más allá de nuestros estrechos círculos de afinidad. Por eso tiene razón la vicepresidenta Fernández de la Vega cuando califica de «innecesarias y ficticias» las condiciones exigidas por Rajoy para respaldar al Gobierno. Tiene razón, siempre y cuando aplique esta reflexión exclusivamente al PP. No la tiene, en cambio, si considera que sobran las explicaciones a la opinión pública, no en cumplimiento de ninguna condición, sino como ejercicio imprescindible de pedagogía política. Y en esto el Gobierno no deja de patinar, como ahora con los toros.El problema con el que nos encontramos a la hora de analizar el llamado proceso de paz es que éste, al igual que se dice de la mujer del César, además de serlo debe también parecerlo. No sólo tienen que pasar cosas: tiene que parecer que pasan cosas. Y para que esto ocurra el proceso adopta necesariamente la estructura externa de un toma y daca. De ahí la pregunta que muchos se hacen: ¿Qué viene ahora, después de la reunión? ¿quién va a mover pieza y cuál será esa pieza que se mueva? Me extrañaría mucho que sea ETA quien haga nada, a no ser uno más de sus engolados comunicados diciendo que mantiene su actual decisión. Son otros los temas en los que cabe esperar movimientos: la situación penal de De Juana, por ejemplo, o el afrontamiento en serio de la próximas elecciones municipales por parte de Batasuna. Ambos temas permiten cambios en el escenario que cada parte puede presentar como un triunfo sin que, a la vez, nadie deba sentirlos como una cesión. En todo caso el proceso parece que sigue. Y eso es bueno.i.zubero@diario-elcorreo.com
domingo, diciembre 24, 2006
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