Un acuerdo para jamás volver atrás
26.09.2007 -
ÓSCAR RODRÍGUEZ VAZ
No existe un conflicto secular entre Euskadi y España. Aquí hay un conflicto entre vascos, entre las dos grandes almas de Euskadi--autonomismo/nacionalismo o vasco-españoles/abertzales-. Un desencuentro que podría ser 'normal', de no estar atravesado por la violencia. Porque ETA y sus satélites jamás han aceptado la oferta de la democracia para la paz en libertad. No asumieron el proceso constituyente y, además, lo combatieron activamente a través de la violencia o justificando su ejercicio. Sin embargo, el nacionalismo democrático vasco se enganchó al proceso votando sí al Estatuto de Autonomía. Así pues, como autonomistas vascos, podemos discutir de todo y asumir compromisos políticos de futuro con estos últimos, nada con los primeros.Hay quienes vinculan la normalización política al derecho a decidir. Sin embargo, la gran mayoría de la sociedad lo vincula a la ausencia de terrorismo, a la posibilidad real de que cada cual pueda defender su proyecto democrático sin estar amenazado por la violencia. En definitiva, a la convivencia.Euskadi necesita un acuerdo entre diferentes que recupere y refuerce el consenso estatutario. Y debiéramos ser capaces de saber aprovechar la oportunidad de esa reforma para que la izquierda abertzale pueda integrarse en la democracia superando su rechazo al Estatuto de 1979 y dejar de estar en el victimismo permanente. Pero no es posible iniciar un proceso de diálogo abierto, democrático y en condiciones de igualdad entre todas las fuerzas vascas si existe un solo ciudadano amenazado por ETA. Esta reforma, por tanto, solamente se puede abordar cuando la paz sea una realidad, y no antes, al objeto de que el terrorismo no pueda condicionar las reivindicaciones políticas del nacionalismo democrático, ni coartar los postulados de populares y socialistas. Fortaleceremos la democracia si quienes creemos en ella estamos unidos en su defensa frente a quienes la violentan y, además, contribuiremos a que el nacionalismo antisistema rectifique. Este nuevo acuerdo debe contener principios básicos cargados de valores para el conjunto de la sociedad. Primero, y como elemento más determinante, hay que pactar una exposición de motivos que incluya nuestro recorrido histórico reciente, dejando claro que no es lo mismo una víctima inocente que un verdugo que sufre. De esta forma se garantizaría que este nuevo acuerdo político se asiente en los valores contrarios a los que provocaron la existencia de las víctimas. También debería contener una reivindicación de la fecundidad del Estatuto de Gernika, así como el compromiso de aceptación de la legitimidad del nuevo Estatuto, si este obtuviera el respaldo mayoritario de la sociedad.En segundo lugar, haría falta incorporar un nuevo capítulo en clave de reformulación o actualización de nuestra riqueza identitaria. Las reivindicaciones del nacionalismo democrático son legítimas. Pero la Euskadi del siglo XXI no puede depender de nuestra historia pasada, sino del proyecto de futuro con el que consigamos ilusionar a la sociedad. Así, habría que incorporar al Estatuto el sentimiento de identidad de quienes no tenemos una identidad unívoca, ni tan sólo dos lenguas o una tradición cultural. Tenemos que ser capaces de compartir un proyecto de vida donde quepamos todos.En tercer lugar, necesitamos un nuevo título sobre los derechos y deberes que tenemos por el hecho de ser ciudadanos, no por el hecho de ser vascos. Atendiendo pues el básico Derecho de Ciudadanía, reforzando y renovando los pilares del Estado de Bienestar. Haría falta, en cuarto lugar, incorporar un compromiso de mayor información y participación en la toma de decisiones públicas, a través de la incorporación de mecanismos de innovación democrática, que permitan acortar la distancia entre la política y la ciudadanía. Medidas para conseguir un nuevo equilibrio entre representación y participación. Y, en quinto lugar, es necesaria, tras una evaluación seria y sincera de las luces y sombras que ha arrojado el Estatuto de Gernika, una nueva regulación de las competencias, de la acción exterior, de las relaciones con la UE o de la colaboración con el Estado.Pero, sobre todo, lo que haría falta sería mucha imaginación, generosidad y valentía por parte de quienes creemos en la democracia y queremos por ello fortalecerla reformándola. Porque una de las paradojas de esta época de la innovación es que se moderniza o adapta todo -la forma de vida, las relaciones empresariales, la tecnología, las finanzas, etcétera- menos la política, y esto tiene que cambiar. Finalmente, si importante es el contenido de la reforma, lo es más el procedimiento para la misma. Y el procedimiento no puede ser otro que el de acuerdo transversal en Euskadi y aprobación de la reforma en el Parlamento vasco; debate y aprobación de la propuesta en Cortes Generales; y referéndum en Euskadi para ratificar el acuerdo alcanzado. Algo que, sin estar muy lejos del 'no impedir, no imponer' que plantea el PNV, parte de una concepción de la soberanía diferente, al no dejar un papel de mero notario a las Cortes Generales del acuerdo que se produzca en Euskadi y que, por tanto, es distinta a la que el nacionalismo democrático plantea. Porque Euskadi es una comunidad autónoma del Estado y las comunidades autónomas son Estado. El Estatuto actual, como el del futuro, tendrá que tener el mismo soporte, cuerpo de ley y alma de pacto. El acuerdo es difícil, pero no imposible. De hecho, un nuevo acuerdo de convivencia es vital para jamás volver atrás.
martes, septiembre 25, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario