Méritos
03.09.2007 -
IÑAKI EZKERRA i.ezkerra@diario-elcorreo.com
Los humanos somos muy raros, muy marcianos. Lo que reconocemos como el mayor mérito de una persona es su muerte, es decir la única cosa en la que no ha intervenido, en la que no participa ni la voluntad ni el talento ni el esfuerzo propios. A excepción -naturalmente- de los casos de suicidio. Valoramos, en fin, como más meritorio precisamente el acto que esa persona ha intentado aplazar a toda costa y que habría impedido si impedirlo hubiera estado de su mano. Y así se muere Umbral y le echan incienso los mismos que le echaron mierda durante su vida y le negaron hasta lo que era de justicia siendo como era el último genio del idioma que nos quedaba, el último gigante de la extinta especie de los estilistas del castellano: un triste sillón en esa triste casa que es la Real Academia de la Lengua Española. Por suerte existe Internet y quien quiera recordar los insultos que le dedicó la misma peña que ahora le echa flores no tiene que hacer nada más que pinchar. Hoy la verdadera 'memoria histórica' no está en la cabeza del huésped de La Moncloa sino en Google.Yo creo que si los muertos se despertaran se indignarían de tanto reconocimiento porque se han ido, de tanta gratitud porque han dejado de darnos la brasa y de humillarnos con la sabiduría, la lucidez, el don para escribir que tenían en vida. Y el caso de Umbral no es el peor porque a fin de cuentas sí había hecho algo que merecía el homenaje. Lo peor sería para los muertos que por la breve edad o por la propia incapacidad no han hecho nada que merezca recordarse salvo morirse. No tengo duda de que habrá razones mediáticas que recomienden a los periódicos llenar un día sus portadas con la cara de Antonio Puerta y al otro con las lágrimas de la joven viuda de Antonio Puerta así como de las cuñadas o las amigas de Antonio Puerta. Pero uno no puede evitar preguntarse que quién coño era Antonio Puerta cuando ve en una esquinita de esas mismas portadas el careto microscópico de Umbral, un señor que podía caer mal o caer bien pero que trabajó hasta el último día de su vida. Se dice que España es de izquierdas pero eso es mentira. La única y verdadera izquierda que hay es la del trabajo y eso en este país no se valora nada. Aquí se valora sólo a los señoritos y a los tahúres y a los logreros de los que hablaba Machado hace un siglo así como a las que se acuestan con ellos para luego contarlo. Hoy se habla mucho en este país desde la derecha de premiar el mérito, pero tanto la prensa de derechas como la de izquierdas o la de centro se rinden ante el aniversario de la muerte de Lady Di, una que lo único que hizo bien en toda su vida fue morirse. Quizá se entienda que los británicos lloren por Lady Di porque unen la familia real a la religión y la religión mueve sentimientos incontrolables. Pero no nosotros. Si Letizia Ortiz se pusiera a visitar hospitales de leprosos saldría todas las semanas en 'El Jueves'.
lunes, septiembre 03, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario