jueves, julio 26, 2007

Minoritario e inestable

Minoritario e inestable
27.07.2007 -

El diálogo de sordos en que se había convertido la negociación que los partidos han llevado a cabo durante estos dos últimos meses en Álava despejó ayer, por fin, la incógnita que más preocupaba a los políticos, pero no contestó las preguntas que los ciudadanos plantearon en las urnas. Se sabe ya, en efecto, que Xabier Agirre, aupado en la exigua minoría mayoritaria de PNV y EA, será el diputado general, pero no se conoce ni qué programa de gobierno pretende desarrollar ni con qué apoyos se mantendrá en el cargo. Y así, los votos que los ciudadanos depositaron no han sido interpretados en razón de sus preferencias programáticas, sino sólo y exclusivamente en términos de los intereses particulares de los partidos, los cuales han demostrado ser, en este caso, puros intereses de poder. Los políticos han dado un pésimo ejemplo a la ciudadanía, que encuentra en este comportamiento otra razón añadida para desentenderse aún más de la gestión de la cosa pública que los partidos realizan.El Gobierno que comenzará a formar a partir de hoy el ya elegido diputado general, aunque cuente con la legitimidad formal que el reglamento de las Juntas Generales requiere, nace con algunos vicios de origen que le resultará difícil superar. Parece, en primer lugar, el resultado de un empeño ideológico cuyo carácter minoritario lo hace muy poco representativo de la especial pluralidad que caracteriza a la sociedad alavesa. En este sentido, necesitará hacer especiales esfuerzos para adaptar su programa de máximos, de inspiración inequívocamente soberanista, a la realidad social de un territorio que no se ve reflejado en él. El hecho mismo de que uno de los miembros cuyos votos se creían asegurados, Ezker Batua, le haya retirado su confianza indica el riesgo que acecha a este Gobierno de caer en el sectarismo. Por otra parte, el Ejecutivo que pueda formarse con los actuales apoyos resulta evidentemente inestable, pues las mayorías conseguidas para la elección de diputado general no son en absoluto suficientes para desarrollar la labor gubernamental durante toda la legislatura. Se repite así, y de manera agravada, el precario modelo de gobernabilidad que Álava ha venido soportando en los últimos años. El nuevo diputado general, al igual que el que termina su mandato, gobernará, si no bajo la amenaza permanente de una moción de censura, sí obligado a hacer suyo el programa que le dicte la oposición. Tendrá, por tanto, bajo su responsabilidad un Gobierno poco deseable en cualquier circunstancia por su fragilidad, pero que lo es aún menos en la de un territorio que, si algo parece necesitar, es acuerdos sólidos y estables entre sensibilidades políticas plurales.

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