jueves, julio 26, 2007

Luis Pousa, Pero no molinos de viento

viernes 27 de julio de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Pero no molinos de viento
Como es sabido, Galicia aspira a doblar la potencia instalada en generadores de energía eólica y situarse en los 6.500 megavatios. Lo que estaría muy bien porque reforzaría el liderazgo que ya mantiene el país de Breogán en esta energía renovable. Pero ocurre que de poco le serviría ese aumento si antes la red eléctrica española no reúne las condiciones para evacuar la energía producida cuando sopla el viento. Y no siempre sopla el viento, y cuando sopla no lo hace en todos los parques eólicos gallegos al mismo tiempo y con igual intensidad.
Son cosas de la naturaleza, y la naturaleza impone su ley. Lo que ya no son cosas de la naturaleza es el sentido común, la razón, el conocimiento y la capacidad de prever y concretar cuestiones tan obvias como qué es antes y qué es después.
Lo prioritario en estos momentos no es duplicar sobre un documento oficial la potencia eólica del Noroeste peninsular, sino poner en condiciones de recepción la red para que ese aumento sea efectivo y no se quede en la metáfora hispánica de los molinos de viento a los que se enfrentó un caballero andante y de triste figura.
Sin una red eléctrica en condiciones, Galicia en vez de más aerogeneradores tendría una nutrida presencia de esos molinos de viento, eso sí, mucho más modernos que aquellos, a los que se enfrentó lanza en ristre aquel hidalgo manchego que su delirante imaginación había convertido en gigantes.
Estos días, coincidiendo con que se cumplen dos años de Gobierno de coalición entre socialistas y nacionalistas, los 6.500 megavatios de marras es uno de los pellizcos con los que la oposición intenta castigar a Touriño. Amparándose en las cautelosas declaraciones que, a propósito del asunto, hizo el ministro de Industria, Joan Clos, en su reciente viaje a tierras gallegas.
Sucede que mientras no se arregle lo de la evacuación a la red, debatir sobre los 6.500 megavatios es jugar un poco a atrapar quijotescos molinos de viento. El debate es el otro, el de las infraestructuras del transporte de la corriente eléctrica, y es ahí donde Gobierno y oposición deberían coincidir en poner las cosas en su sitio.
El problema de las infraestructuras del transporte y distribución de energía es una de las cuestiones preocupantes de la España actual. El apagón de Barcelona tiene su origen en un problema estructural, cuya solución se fue desplazando tanto en el tiempo que la caída de un cable sobre una subestación acabó mostrando la cara oculta de la realidad: las inversiones de Fecsa-Endesa y REE en Cataluña han sido insuficientes y, por eso mismo, pasó lo que tenía que pasar. A su vez, la Generalitat, que tiene plenas competencias en inspección y sanción, no ha cumplido diligentemente esas funciones.
Es muy comprensible el enfado de los ciudadanos catalanes sobre una serie de acontecimientos ocurridos en los últimos años que, unidos a los del apagón de estos días, ponen de relieve la falta de inversiones en infraestructuras básicas que padece Cataluña desde mediados de los años noventa del siglo pasado, y la sinrazón de quienes acusan a los catalanes de insolidarios.
Lo que no se explica es a dónde fueron a parar los cientos de miles de millones de pesetas que recibieron las eléctricas para renovar las infraestructuras.

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