jueves, julio 26, 2007

Jose Oneto, Zapatero y el escandalo del CNI

viernes 27 de julio de 2007
Zapatero y el escándalo del CNI José Oneto

El curso termina con un sorprendente Pleno para nombrar a la ex ministra de Cultura Carmen Calvo como vicepresidenta del Congreso de los Diputados, con una rueda de prensa del presidente del Gobierno para hacer balance del año y con el sorprendente escándalo protagonizado por el director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), Alberto Saiz, convocando una rueda de prensa para descubrir un supuesto “topo” que trabajaba para la inteligencia rusa.
El “caso CNI” refleja, según los que creen conocer las interioridades de “la Casa”, una nueva crisis en los servicios de inteligencia españoles después de la salida del general Emilio Alonso Manglano.
Manglano, que en su dimisión en la etapa de Felipe González arrastró al vicepresidente del Gobierno Narcis Serra y al ministro de Defensa Julián García Vargas por el caso de las escuchas telefónicas a periodistas, banqueros, políticos y al propio Rey, vivió el caso más grave que se produjo en los servicios tras descubrirse que su numero dos, Juan Alberto Perote, Alberto K, como máximo responsable del grupo operativo y acciones encubiertas, filtró papeles secretos sobre los GAL a Mario Conde que terminaron en la redacción del periódico El Mundo.
La salida de Perote produjo una reorganización general del servicio, el nombramiento, pactado con el PSOE, del diplomático Jorge Dezcallar como director con hilo directo con José María Aznar y un cambio en todas las direcciones y departamentos.
Dezcallar fue de los pocos que se opusieron frontalmente a la intervención de España en el conflicto iraquí y su substitución por Alberto Saiz, un ingeniero de montes pariente de José Bono, ministro de Defensa, produjo una nueva reorganización en “la Casa” con la salida de muchos de los “históricos” del Centro, entre ellos una hija del antiguo director, el general Javier Calderón, que ocupaba un puesto clave en el organigrama de “la Casa”.
Íntimamente ligado a Bono, con el que sigue despachando periódicamente, Saiz parecía haber llevado la tranquilidad a un servicio que ha protagonizado los mayores escándalos de la democracia.
Sin embargo, su insólita e inesperada comparecencia ante los periodistas, denunciando la existencia de un “topo” en la época de Dezcallar que hacia de agente doble y cobraba de Rusia, ha puesto de nuevo a los servicios de inteligencia españoles en el punto de mira del debate político.
Parece evidente que con esa rueda de prensa se quiere ocultar algo, ya que el supuesto agente doble estaría haciendo chantaje al Gobierno con documentos comprometedores.
Al parecer, la ruda de prensa fue convocada con el visto bueno del ministro de Defensa, José Antonio Alonso, y del propio presidente del Gobierno que hoy tendrá que enfrentarse con los periodistas que, sin duda, le interrogaran sobre un tema que ha sido portada en los principales periódicos del mundo, especialmente los de la antigua Unión Soviética.
La interpetación de los analistas rusos es que Madrid ha aceptado una petición de Londres para actuar contra los servicios rusos tras la expulsión de varios diplomáticos por el escándalo Litvinenko, el ex espía de la KGB enfrentado a Putin y asesinado con polonio en Inglaterra.
Hoy el presidente del Gobierno tendría que contestar a muchas preguntas por la alarma que el caso ha producido en la opinión pública. ¿Autorizó él la sorprendente rueda de prensa del director del CNI? ¿Sigue teniendo Alberto Saiz, un hombre de Bono, la confianza del Gobierno? ¿Por qué se ha roto el consenso que existía con la oposición en un tema tan delicado como los servicios de inteligencia? ¿Qué tipo de información tenía el supuesto agente doble Roberto Flórez? ¿El descubrimiento del “topo” tiene alguna relación con la reciente dimisión del máximo responsable del antiterrorismo en “la Casa” por discrepancia de cómo se estaba llevando el “proceso de paz”? ¿Todo este escándalo es consecuencia de la guerra interna que parece existir dentro del servicio a raíz del nombramiento en un puesto clave de la jefe de gabinete del director Alberto Saiz? ¿Por que ni siquiera se ha convocado al embajador ruso y se mantienen las visitas a Moscú del ministro Moratinos y del propio presidente del Gobierno? ¿Es todo una maniobra ante la salida de Saiz como máximo responsable? ¿Es verdad que se ha vuelto a los antiguos métodos y algunos periodistas, empresarios y políticos están siendo espiados y que la denuncia del presidente de Endesa, Manuel Pizarro, sólo es la punta del iceberg?
Es verdad que el presidente del Gobierno está obsesionado por imponer su propia agenda política, tras un curso en el que ha sido la oposición la que ha marcado la actualidad informativa, pero los dos últimos episodios de actualidad, el secuestro del semanario El Jueves, que ha dado origen a un debate sobre la monarquía y su control, y el “escándalo del topo del CNI” son tan chuscos y tan burdos que hace pensar que alguien en el entorno presidencial ha perdido los nervios y, posiblemente, la cabeza. Porque nadie esperaba un final de curso tan sorprendente y con tantos fuegos artificiales.

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