lunes 30 de julio de 2007
Elogio de la inactividad
Ignacio San Miguel
L O primero que se me ocurrió cuando reparé en el estúpido y soez chiste de “El Jueves” es que si el príncipe trabaja poco, es posible que su falta de actividad sea preferible a la actividad de otros. ¿Cuántas actividades perjudiciales y nocivas no se dan en la Humanidad? ¿La actividad del alcahuete es conveniente e interesante? ¿Y la del pornógrafo? ¿Y la del tratante de blancas? Y son gente que seguro que trabaja a pleno rendimiento. Ganan enormes cantidades de dinero. No estaría mal que los fabricantes de armas redujeran su actividad. Y si las prostitutas abandonaran la suya no creo que fuera una desgracia para la Humanidad. También uno se pregunta si un médico abortista que trabaja a destajo se estará ganando dignamente el pan con el sudor de su frente. Para la sociedad sería conveniente que esta gente se dedicara a no hacer nada. No a trabajar en otra actividad, para la que puede que no estén facultados, sino a no hacer nada lisa y llanamente. A vagabundear por ahí, pidiendo limosna si fuere preciso. Mucho mejor para la sociedad. Si el loco que sale en coche a toda velocidad por la carretera y provoca un accidente con muertos, se hubiera quedado en casa papando moscas, habría que agradecérselo encarecidamente. Y, hablando de gratitud ¿acaso no se la debemos a aquellos que sabiamente no se dedican a determinadas actividades? Por ejemplo, la mayoría de la gente no compone música, y hay que agradecérselo vivamente, pues si tal hicieran ¡qué horrible algarabía! Tampoco escriben, pintan, esculpen o proyectan obras arquitectónicas, y hacen muy bien. Yo, por lo menos, se lo agradezco. Un tercio de los españoles, según parece, no lee nada, pero he comprobado (y está comprobado) que cuando leen, o no entienden nada, o lo entienden al revés. ¿No es mejor que sigan sin leer nada? Y, como ellos, otros muchos que acostumbran a leer pero sólo entienden lo que les conviene. ¿Recuerdan en “Ciudadano Kane”, la pobre esposa de Kane, sometiéndose a la tortura de convertirse en una cantante de ópera por el simple capricho de su marido? ¡Cuánto mejor hubiera sido que se hubiese quedado en casa dedicándose a las consiguientes labores domésticas! Los berridos que pegaba en el escenario no son para descritos. En resumen, que el no-hacer puede ser mucho más conveniente que el hacer. Y el no hacer nada puede que sea lo más conveniente para muchos. Se ha aludido a que el príncipe de Asturias no trabaja. Anasagasti, que siempre ha sido un bucéfalo, ha cogido la onda y ha declarado que toda la familia real es una pandilla de vagos. A Anasagasti seguro que le habrá hecho gracia el chiste. Va destinado a gente como él. En mi humilde opinión, si el príncipe no trabaja nada, los de “El jueves” le deberían imitar. Porque entre no hacer nada y trabajar en chistes soeces y estúpidos, lo primero es mucho más digno.
domingo, julio 29, 2007
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