viernes 27 de julio de 2007
Libertad de expresión o vertedero público
Félix Arbolí
A NTES de adentrarme en el texto de mi artículo, he de aclarar que no me agradan para nada las mordazas, ni aún siquiera en los lejanos juegos de mi infancia, ni me siento motivado por ningún miembro de la Familia Real Española, aunque me escore con algo de simpatía hacia la Reina y el Rey. Pero, recalco, mera simpatía, no esa devoción propia de los que sienten la Monarquía como una especie de bendición divina. Lo cual quiere decir, que mis posibles esperanzadoras tendencias monárquicas de principios de reinado, han ido diluyéndose como el azucarillo en el café, a medida que observaba que los que tenían el deber de guardar las apariencias y obrar en consonancia con su alto rango y procedencia, aún a costa de sacrificios y obligaciones, se dedicaban a disfrutar alegremente de sus privilegios y bagatelas de hijos de Reyes, sin el más mínimo empeño en renunciar a caprichos y elecciones que en nada favorecían a sus futuras y posibles funciones. A mi entender y al de muchos españoles, hay que estar a las duras, si se quiere gozar de las maduras. Por éstos y otros motivos nada favorables a la Causa, no me siento monárquico, aunque me aterre pensar en una nueva República después de los precedentes habidos. Como la mayoría de los españoles que piensan en libertad, sin sufrir o soportar las influencias de rencores, revanchas y radicalismos de sus mayores, la política es una incógnita aún sin descifrar. Un panorama tan difuso como las noches otoñales londinenses en lugares próximos al Támesis. Yo hasta me atrevería a decir que como una especie de caja de Pandora, cuya apertura no resulta muy recomendable dado el ambiente externo que la rodea e ignorar lo que nos pudiéramos encontrar en su interior. La portada de ese semanario satírico, yo día descerebrado, llamado “EL Jueves”, y que me perdonen los furibundos e incondicionales del humor sea de la índole que sea, me parece deleznable y ofensiva en grado máximo, no solo a la pareja protagonista de tan vergonzosa escena, sino a cualquier persona que demuestra un ápice de sensibilidad y decencia. Eso no es arte, ni es humor, ni es portada a propósito para una revista que se vende cara al público, en un quiosco donde se acercan y curiosean todo tipo de personas y de todas las edades. Lo siento por el autor, pero debería haber aprovechado sus dotes artísticas para no ofender de manera tan grave y soez a unas personas que,.independientemente de lo que representan, tienen derecho a que se les respete y no se les denigre y ridiculice de esa forma. Eso no es libertad de expresión, por mucho que nos lo intente hacer creer los habituales “progres” de turno, incluida nuestra vicepresidenta del Gobierno en su rueda de prensa de los viernes. ¿Le gustaría a ella estar en la portada de una revista de esa guisa con su pareja?.¿Por cierto, por qué no se le ve nunca con ella en ningún acto oficial o viaje de placer?. ¿Tienen rigurosamente prohibidas las fotos?. ¿Por qué? ¿Y la libertad de prensa y expresión?. Que se contesten a esta pregunta los que pontifican a favor de que se exhibiera tan bochornosa caricatura y el mismo Guillermo, autor de esa “cabronada” sin paliativos, a ver si les gustarían salir publicados o caricaturizados cuando se encontraran en la intimidad de sus momentos de amor y de placer con su legítima. Una cosa es ser un personaje público y estar sometido a fotos que les puedan ser perjudiciales y no han tenido precaución de evitar la cercanía de una cámara indiscreta, y otra muy distinta, ofender gravemente la dignidad, el honor y el respeto que se merece toda persona y más aún, si se trata del heredero de la Corona, mientras no se demuestre lo contrario. Demasiado prudentes han sido los Reyes y los ofendidos al no intervenir judicialmente contra esa improcedente manera de hacer humor, donde solo se ve basura. ¡Y me importa un rábano los que me vengan con jeringonzas y absurdas posturas de progresismo, libertad y cultura, ya que el dibujo de nuestro comentario adolece de todas esos necios modernismos que nos quieren hacer confundir el atún con el betún, aunque ambos vengan en lata!. Estamos soportando demasiados desmadres sin que se alcen voces autorizadas y convincentes para denunciarlos. Los que deberían velar por estos detalles que ofenden a la simple dignidad humana, a la que todos tenemos derecho, se hacen los suecos o se alían con los trasgresores en sus ruedas de prensa y claro, esto da alas a los desalmados para que continúen con su solapada intención de socavar principios y menospreciar valores éticos y fundamentales en toda convivencia ciudadana. Se meten con nuestros Símbolos más sagrados, no ya en Jerusalén, con el triste episodio de la Corona de espinas de Carod y Maragall, blasfemo e intolerable, sino con el simple anuncio de un equipo de fútbol madrileño, que si antes me caía simpático, ahora me resulta todo lo contrario. Cuando veo a ese equipo, escudo y colores, solo recuerdo que es el de la blasfemia. Lo siento por sus seguidores, nada culpables de este atropello a mis creencias. Se oye a nuestro Presidente del Gobierno que las leyes están por encima de la fe. ( ¡Ojo dijo de la fe, no de la doctrina de la Iglesia!). Será para él, que no tiene creencias, pero no para el que sienta el Cristianismo o cualquiera otra religión, como un sentimiento esencial en su vida. Algo que está por encima de las cosas de este mundo. Se habla del Rey y de la Reina, con una ligereza y atrevimiento que raya en lo punible, sin que nadie intervenga a su favor, mientras siga siendo el Jefe del Estado. No soy “realista”, pero tampoco enemigo de la Corona. Sencillamente la respeto mientras signifique algo en la actualidad de mi Patria. ¿Cuántos se atrevían y les permitían hablar bien de la iglesia y la monarquía en tiempos de la tan alabada y ponderada República?. ¿Era posible manifestarse con la Bandera rojo y gualda por las calles del Madrid republicano, sin exponerse al hospedaje en una checa y luego el tiro en la nuca?. Pues ahora, hasta un nuevo ministro de la monarquía, se permite aclarar que su abuelo y padre eran republicanos y que con este nombramiento quiere rendirles su homenaje, al haber conseguido escalar tan alto puesto. Vamos, una especie de premio y revancha al republicanismo familiar. Y acababa de jurar su cargo ante el Rey al que había prometido su lealtad. ¿Qué ministro republicano, se atrevería a proclamar públicamente el monarquismo familiar y el suyo propio, al salir de jurar su cargo ante el Presidente de la República?. ¿Cuántas banderas bicolores se vieron por las calles, sin que nadie importunara a sus portadores?. ¿Y la libertad de expresión donde se notaba en aquellas fechas?. Entonces ¿por qué cacarean y exigen ahora lo que ellos no toleraron cuando detectaban el poder?. ¡Ya estamos hartos de tanto fariseísmo y come cocos y de tantos necios que se dejan engañar!. ¿Libertad de expresión…?.! Pues si es así, la voy a usar para acordarme de los “riles y camorriles”, como dicen en mi tierra, aunque en lugar del acuerdo usan otra palabra más escatológica, de los que ensucian el nombre de España y alteran la convivencia ciudadana con su odio reconcentrado, ya pasado de rosca y envenenado, por tantos años de oculta cobardía!. Y a los que postulan a favor de esa denigrante caricatura, que posen de igual guisa y así podrán honrar la portada de tan prestigiosa revista..
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