jueves, julio 26, 2007

El cerebro del CNI

viernes 27 de julio de 2007
El cerebro del CNI
El director del CNI quiso tener un gesto autocrítico ante los periodistas, al reconocer el carácter insólito que suponía el hecho de que una institución, opaca por naturaleza, pudiera llegar a convocar una rueda de prensa. Pero no fueron ni esto ni la confusión creada por la detención del espía traidor los únicos motivos, para mi sorpresa. Para mí, el misterio residía en la personalidad de quien daba la rueda de prensa: Alberto Saiz. Porque ¿quién es, como profesional, este alto funcionario? ¿cuál es su cualificación para tal cargo? ¿por qué fue elegido para un trabajo tan alejado de los conocimientos de un ingeniero de Montes, sin duda inteligente y buen burócrata en una Comunidad tan ajena a las relaciones internacionales como Castilla-La Mancha? ¿Es normal que dirija el CNI quien no habla idiomas y no ha viajado al «extranjero» más que como turista accidental?
Todos los conocimientos de Alberto Saiz sobre el endiablado mundo de eso que llamamos el espionaje podían ser, en 2004, los de un lector de novelas de John le Carré. Es posible que, como a mí, le hayan llegado a conmover más los problemas sentimentales de Smiley que las intrigas internacionales.
Así que, aparte del enigma que supone la personalidad del espía traidor que denunció Saiz, no resulta menos intrigante la carrera de este chico de Cuenca, hijo de un industrial y hostelera, buen ingeniero de Montes, director general de los antiguos servicios del Icona y consejero de Industria.
Por supuesto, yo no explicaría la rareza del caso de Alberto Saiz a partir de su parentesco con José Bono. Ciertamente, sus mujeres respectivas son primas pero si ese hecho no fue determinante para que Alberto Saiz ganara sus oposiciones e hiciera su carrera política ¿cómo podría justificar el tránsito de los Montes al llano de las intrigas más complicadas y perversas entre las naciones?
Lo que me llamó la atención de la rueda de prensa fue poder comprobar que el responsable de una institución tan particular como es el CNI esté en manos de alguien que jamás habría podido ser recomendado por el más estrafalario de los cazatalentos.

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