viernes 27 de julio de 2007
De «El Jueves» a Anasagasti
EL juez Juan del Olmo concluyó el pasado miércoles la investigación por el presunto delito de injurias a los Príncipes de Asturias cometido por la revista «El Jueves» y, ayer, el Ministerio Fiscal decidió mantener la acusación contra los imputados, aunque retirando la de injurias al Príncipe de Asturias «en el ejercicio de su funcióninstitucional» (artículo 490.3 del Código Penal), que preveía hasta dos años de prisión. Las declaraciones que los acusados prestaron ante el instructor no podían tener más que un valor relativo, pues habría sido toda una sorpresa que hubieran reconocido que su intención era la de injuriar a los Príncipes de Asturias. Afirmaron que sólo querían criticar la decisión del Gobierno de conceder una ayuda de 2.500 euros por cada nacimiento. Cabe preguntarse si para esta finalidad, y aun concediendo a un caricaturista el más amplio margen de libertad de expresión, era necesario no sólo utilizar las imágenes de Don Felipe y de Doña Leticia, sino hacerlo de manera tan soez y difamatoria. Tales declaraciones no podían hacer cambiar de criterio al Ministerio Fiscal sobre el carácter delictivo de la viñeta.
En la polémica de «El Jueves» hay una enorme dosis de hipocresía. La corrección política y el oportunismo trapacero han hecho que, desde la derecha hasta la extrema izquierda, se apele a la libertad de expresión para cuestionar una acción penal totalmente justificada, incluido el secuestro de la revista, porque es el instrumento del delito. Es cierto que el efecto inmediato de esta medida cautelar ha sido una publicidad amplificada de la viñeta, pero, además de un coste inevitable si se quería hacer justicia, la responsabilidad de que así haya sido recae más en los medios que la han distribuido -sabiendo ya que estaba bajo secuestro judicial, alentando el morbo social y agravando el daño a la imagen de los Príncipes de Asturias- que en el fiscal y el juez que han actuado al amparo de la ley. En todo caso, por mucho que se especule en torno a la conveniencia o no de esta medida cautelar contra un medio de comunicación, la cuestión de fondo sigue siendo la misma. En este episodio ha habido una agresión intolerable a las personas de los Príncipes de Asturias, aprovechada por los pescadores en río revuelto, entre los que destaca, una vez más, un personaje tan mediocre y venido a menos como Iñaki Anasagasti, cualificado ventrílocuo durante años de Arzalluz y uno de los políticos menos legitimados para tachar a nadie de «vago e impresentable», ya que si por algo se ha caracterizado el dirigente nacionalista vasco es por haber vivido, sin grandes contrapartidas, a costa del erario público. Una sociedad libre no es aquélla que carece de reglas y límites y consiente las más bajas expresiones de mal gusto y ofensa delictiva, sino la que sabe distinguir el ejercicio legítimo de las libertades y derechos individuales frente a conductas delictivas
jueves, julio 26, 2007
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