jueves, enero 25, 2007

Xavier Navaza, Siempre negativo, nunca positivo

jueves 25 de enero de 2007
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
Siempre negativo, nunca positivo
Recuerden a Van Gaal cuando los periodistas deportivos lo ensartaban a preguntas que ponían en duda su gestión al frente del Barça: "¡Siempre negativo, nunca positivo!", exclamaba apesadumbrado el entrenador holandés. Algo así habría que decirle hoy al presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Enrique Martínez Robles, empeñado en cerrarle todas las puertas al menor intento de renovación del sector naval en Ferrolterra. Ayer por la mañana, en Madrid, Martínez Robles tuvo ocasión de compartir sus cuitas con el ministro de Industria (Jordi Sevilla), durante la reunión que el ministro de Economía, Pedro Solbes, mantuvo con una nutrida representación de empresarios españoles.
Robles volvió a insistir en sus tesis de bloqueo. La SEPI, dijo, estaría dispuesta a ceder doscientos mil metros cuadrados de Navantia para que allí se ponga en marcha cualquier iniciativa empresarial, salvo la construcción de buques civiles a cargo de una firma como la viguesa Barreras, cuya ejecutoria forma parte del extraordinario despegue que el naval experimenta desde hace unos años en el Sur de Galicia. Sobre Ferrolterra, a juicio de Robles, pesa el anatema burocrático de la Comisión Europea que hasta 2015 prohíbe allí la construcción de toda nave que no sea estrictamente militar y no vaya destinada a la Armada de cualquier país del planeta.
Cuando se realizaron los acuerdos que hoy conducen a este absurdo burocrático, no había en el horizonte empresarial de Galicia ninguna empresa que estuviese dispuesta y contase con medios financieros suficientes para abordar la puesta al día de un ámbito que -durante décadas- fue la escuela y el taller de los mejores especialistas del naval en el viejo continente. Hoy ya no es así. La presencia de Barreras, apoyada en su propia y pujante experiencia, junto con la solidez y el apoyo financiero de Caixanova y Caixa Galicia, permite albergar esperanzas por primera vez en mucho tiempo.
Nadie, salvo el presidente de la SEPI, cree que las decisiones de la Unión sean un dogma: incluso Emilio Pérez Touriño, además de los responsables económicos de su Gabinete, está dispuesto a intentar todo cuanto sea posible para hacer de Ferrol una de las fuentes del diseño y de la construcción naval, destinados a los formidables mercados del turismo náutico a escala planetaria que -en ascenso desde hace una década- tienen un envidiable futuro por delante.
El líder de los populares galaicos, Alberto Núñez Feijóo, se refería ayer al gran absurdo que Robles pretende consagrar: "No tiene sentido", dijo don Alberto, "que una Administración pública impida a un astillero fabricar buques civiles"... y mucho menos en una sociedad competitiva como la europea, donde la iniciativa privada y el tesón empresarial constituyen dos de los pilares de la libertad. Núñez Feijóo sostiene -y con él toda la inteligencia de este país- que los acuerdos realizados hace tiempo con la UE "se pueden renegociar". Pero para eso hace falta valentía y una fortísima voluntad negociadora por parte del Gobierno central en Bruselas.
EL DESAFÍO SINDICAL
Las malas sombras de Perlío
Aparte del inmovilismo de Enrique Martínez Robles, sobre Perlío se proyecta la sombra del pesimismo sindical. Cierto: hay razones históricas para que los dirigentes del movimiento obrero ferrolano se palpen la cartera cada vez que alguien les habla de una nueva iniciativa empresarial en la zona, pero eso no les debe hacer caer ahora en la desconfianza hacia todo cuanto se mueva en el horizonte. El frío, distante y receloso gesto que la asamblea obrera le ha dedicado al proyecto Barreras es producto de un estigma profundo, pero los líderes sindicales deben asumir que ante ellos se alza un desafío que han de asumir e impulsar sin complejos y sin viejos resabios paralizantes .

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